Escribir para sanar: 5 ejercicios de escritura terapéutica

Escribir para sanarEl acto de escribir es terapéutico. Escribir para sanar es una herramienta que nos puede servir para expresar y canalizar nuestras emociones cuando nos sentimos bloqueados o desbordados.

La escritura es la forma visible de nuestras ideas, emociones, sensaciones, deseos, problemas, expresados en palabras. Al plasmarlas en una hoja las soltamos, las liberamos y así permitimos que nuestra mente descanse.

Nota: La escritura no reemplaza el tratamiento de un psicólogo o de un médico. Si te sientes mal, lo mejor es pedir ayuda a un profesional de la salud.

Beneficios de la escritura

Cuando escribimos para nosotros mismos, la escritura nos permite desahogarnos, desbloquear emociones, conocernos mejor y mucho más.

Organizar el caos y encontrar el sentido

El hecho de escribir ayuda a que ordenemos los pensamientos de forma coherente, dando por tanto esta sensación de “sentido” a lo que sucede. Al aclarar nuestras ideas es más fácil identificar una situación que estemos viviendo y de la que no seamos conscientes.

Avanzar y encontrar soluciones

Al escribir podemos definir unos objetivos (específicos, medibles, alcanzables, importantes) con unos plazos dentro de un plan de acción. Este acto, en sí mismo, nos dará la sensación de logro.

Reconocer conflictos existentes

Al escribir sacamos a la luz lo que sentimos, los pro y los contra de una situación o de una relación y podemos explicarnos aquello que antes no habíamos entendido. Al reconocer el conflicto, la escritura rompe con la repetición de los pensamientos negativos. Es decir, dejamos de rumiar.

Y vistos algunos de sus beneficios, también me gustaría compartir algunos ejercicios en los que podemos escribir para sanar, soltar y sentirnos mejor. Antes, tengamos en cuenta que:

Las palabras tienen poder: algunas hieren; otras, sanan. Con las palabras podemos hacer reír o llorar, animar o desalentar a alguien. Las palabras que elegimos para narrar nuestras experiencias vitales son importantes. Es nuestra decisión escoger y cuidar bien las palabras que utilizamos para comunicarnos con nosotros mismos y con los demás. Parafraseando al filósofo Luis Castellanos.

Nota: todos los ejercicios a continuación son solo para ti. Comparto algunos ejercicios que practico y otros que he leído en libros o en blogs de psicología o para escritores.Escritura terapéutica

5 ejercicios de escritura terapéutica

1. Sácalo de ti

Este es el recurso más rápido y efectivo para encausar las emociones que nos desbordan.

  1. En una hoja en blanco, escribe a mano lo primero que se te pase por la cabeza, sin borrar, sin tachar, sin el freno del juicio o de la vergüenza. Puedes escribir palabrotas, insultos, lo que quieras. Se trata de vaciarte de emociones negativas.
  2. Quema o corta en trocitos ese hoja. Este es un acto simbólico para soltar esas emociones.
  3. Ahora, en otra hoja, escribe cómo te gustaría sentirte, cómo te gustaría que fuera la situación en ese mismo instante. No hace falta romper esta hoja.

2. Escribe una carta

Escribir una carta nos permite aclarar y descubrir nuestras emociones, liberarlas para intentar solucionar un conflicto. Este ejercicio es solo para ti. Después puedes guardar o romper la carta.

La carta de desahogo

  1. En un folio, escribe a mano por qué estás enfadado/a, qué es lo que te molesta de una situación o persona. Deja salir toda la ira que tengas.
  2. Ahora cuéntale a esa persona qué es lo que te causa tristeza, lo que te hace sentir mal o te ha hecho daño. Mira dentro de ti, sin acusar.
  3. Escribe qué miedos o temores identificas bajo esa rabia o tristeza. Qué es lo que te causa temor de esa situación.
  4. ¿Has metido la pata? ¿Has dicho algo que no debías? ¿Hubieras podido reaccionar de otro modo ante esa situación? ¿Hubieras querido utilizar otras palabras? Escríbelo.
  5. Ahora reconoce todo aquello que quisieras agradecer a esa persona. ¿Por qué la aprecias? ¿Qué te gusta de ella? ¿Qué te ha hecho feliz? ¿Qué has aprendido? ¿Qué te ha aportado esa situación o persona?

La carta para hacer las paces

Otra versión de este ejercicio es escribir una carta a una persona que te haya lastimado con el fin de reconciliarte con ella. También puedes hacer las paces contigo si has hecho algo que no querías o de lo que te arrepientes.

  1. Cuéntale cómo te sentiste, sin reproches. Dile cómo te hubiera gustado haber sido tratado/a. Cómo hubieras preferido que fuera la situación. Las palabras tienen poder: algunas hieren; otras, sanan. Ten cuidado.
  2. Después mete la carta en un sobre y pon tu nombre y las iniciales de tus apellidos en el remitente, y en el destinatario pon el nombre del destinatario, y échala a un buzón. Este ejercicio es un acto simbólico por lo que esta carta no lleva ni sello, ni ninguna dirección.

La carta al niño/a que fuiste

Esta carta puede ayudarte a desahogarte, perdonarte, aprender a comprenderte y quererte.

  1. Recuerda al niño/a que fuiste. ¿Qué le gustaba? ¿Qué le alegraba? ¿Qué le daba rabia o tristeza? ¿A qué le temía? ¿De qué era capaz? ¿A qué jugaba? ¿Qué quería ser de mayor? ¿Cuál era su sueño?
  2. Muéstrale tu cariño, tu agradecimiento, tu perdón, tu orgullo, tu comprensión, tu apoyo. Eras pequeño/a y no entendías todo lo que te pasaba. Ahora con ojos de adulto, puedes explicarle sus incógnitas infantiles y reconfortarle.

La carta para leer en tu funeral

Este ejercicio es muy potente porque te hace reflexionar sobre lo que es de verdad importante en tu vida, qué quieres, qué valoras, qué te gustaría hacer antes de morir. Se supone que es una carta para ser leída en tu funeral.

  1. Busca un rato de tranquilidad y, preferiblemente a mano, escribe a las personas a las que quieres dejarles un mensaje o una petición. Comparte una historia que no conozcan o de la que te sientas orgulloso/a. Cuéntales una anécdota divertida para que te recuerden con una sonrisa en sus labios. Expresa palabras de amor y gratitud a las personas que amas. Recuerda que están tristes porque ya no estás con ellos.
  2. Puedes guardarla o destruirla.

3. Reconstruye un recuerdo

Revive alguna anécdota de tu vida que quieras recordar de una forma más amable, puede ser de la infancia o de la adolescencia. Para tomar distancia, escríbela como un relato en tercera persona y haz que el protagonista sea diferente a ti (género, edad, algún rasgo significativo).

Y si no quieres cambiar de protagonista, intenta ver lo sucedido desde otro punto de vista. Quizás puedas comprender mejor las reacciones de otras personas o lo que aprendiste de esta situación. Tal vez veas, escuches o sientas algo que antes no habías visto, escuchado o sentido.

4. Haz una lista o un diario de la gratitud

Como te comentaba en artículos anteriores, escribir un diario de la gratitud ofrece múltiples beneficios para tu salud física y mental. Una lista de agradecimientos nos ayuda a sentirnos mejor, más abundantes y a relativizar los problemas.

  1. Haz una lista de todas esas pequeñas cosas que te hacen sonreír, sentirte a gusto, cómodo/a, feliz. Desde el hecho de haber nacido hasta que hace buen tiempo y brilla el sol. Puedes agradecer por las personas que hay en tu vida, un café con las amigas, una comida en familia, la salud, el amor, algún pequeño logro. Lo que quieras.
  2. En una libreta y por la noche, puedes escribir tres o mas cosas por las que te sientas agradecido/a ese día.

5. Escribe la vida que quieres

Este es un ejercicio de PNL (programación neuro-linguística) y de visualización. Podemos programar nuestra mente con las palabras para crear una realidad como si fuera una profecía autocumplida.

  1. En un folio en blanco, describe, con lujo de detalles, la vida que quieres: tu trabajo ideal, la pareja de tus sueños, la casa que quieres, tu salud, tus logros profesionales, deportivos, artísticos. Cuanto más concreto y específico, mejor.
  2. Escríbela en presente, como si ya la estuvieras viviendo. Puedes adjuntar fotos y volver a escribirla tantas veces como sea necesario para fijarla en tu mente como una realidad.
  3. Puedes leer ejemplos reales de este ejercicio y más información sobre PNL en Poder sin límites de Tony Robbins.

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    Referencias:

    Robbins, Tony. Poder sin límites. La nueva ciencia del desarrollo personal. Ed. Peguin Random House. Barcelona, 2015.

    Cómo identifico mi polaridad femenina (parte 1)

    Cuando hablamos de polaridad masculina y femenina, no hablamos ni del sexo biológico ni del género ni de los roles asignados por la sociedad.

    Todos los seres humanos somos una mezcla de energía femenina y masculina. O si lo prefieres, de energía vital y creadora. Ninguna es mejor que la otra, las diferentes cualidades que realza cada extremo de la polaridad muestran funciones distintas, no jerarquías.

    La energía es una fuerza vital que fluye y cocrea. Todos somos una danza energética de las polaridades masculina y femenina. Cuando las identificamos y aceptamos, nos damos permiso para conocernos, amarnos y mostrar nuestra mejor versión en cada momento.

    La polaridad

    La polaridad es la condición de lo que tiene propiedades opuestas, como los polos. Lo que nos permite distinguir entre sí las cualidades de cada uno, así como apreciar los contrastes.

    Las polaridades son las fuerzas determinadas por la experiencia de lo que somos.—Carmen Enguita

    Cuando estas dos fuerzas se alternan y cooperan en equilibrio, la vida es armónica, intensa y fluida.

    Todo el universo está regido por dos fuerzas en constante atracción. El Taoísmo habla del Yin y el Yang. El Hinduismo, de Shiva y Shakti. La física habla de que hay un polo positivo y uno negativo. En la naturaleza siempre hay una fuerza que emite y una que recibe. El Tantra habla de energía femenina y masculina.—Francisco Fortuño

    Las polaridades femenina y masculina se manifiestan en todo lo que existe. Por ejemplo, en un río, ¿qué crees que tiene polaridad femenina y qué masculina?

    El cauce del río expresa la polaridad masculina porque da estructura y contiene. El agua del río expresa la polaridad femenina porque fluye, cambia y es fuente de vida.

    ¿Cómo identifico mi polaridad femenina y masculina?

    Escritura terapéuticaDurante el día tu energía alterna de una polaridad a otra sin darte cuenta. Por ejemplo, en el trabajo, cuando necesitas terminar una tarea, haces listas de verificación, te concentras en conseguir el objetivo y tienes un rol activo, estás en tu polaridad masculina.

    Cuando estás en la etapa del proceso creativo y disfrutas con la lluvia de ideas, cuando piensas en todo lo que puede pasar desde una perspectiva general, cuando escuchas y te abres a sugerencias de mejora, estás en tu polaridad femenina.

    En este artículo nos centraremos en la polaridad femenina; en el segundo, explicaré las características de la polaridad masculina; en el tercer artículo, veremos un paralelo entre las dos polaridades para que identifiques en qué momento estás en una o en otra y en el cuarto artículo profundizaré sobre algunas ideas y ejercicios para armonizar lo femenino y lo masculino.

    Características de la polaridad femenina o vital

    Circular: si tuviésemos que pintarla, la polaridad femenina sería un flujo de amor circular. Es curvilínea. Se deja llevar y cambia según los ciclos. Y aunque a todos nos influyen los ciclos de la naturaleza, a la polaridad femenina en un cuerpo de mujer aún más.

    Creativa: lo femenino es creativo, es esa parte nuestra que juega e imagina, que conecta con una lluvia de ideas y con la inspiración para encarnar y dar vida tangible a un hijo, un proyecto, una iniciativa, una obra de arte, etc.

    Intuitiva: la intuición, esa guía que todos llevamos dentro, esa capacidad de ver el aspecto interno de las cosas y de ver más allá, es femenina. Nos habla a través de impulsos físicos, viscerales, auditivos y visuales. Se comunica también por medio de sueños, señales y cambios en el entorno.

    Receptiva: le polaridad femenina observa, escucha, huele, degusta y es capaz de identificar las emociones, los sentimientos y conectar. Cuando la incomodidad se apodera de ti y no sabes qué te pasa, es porque estás limitando tu polaridad femenina que te ayuda a conocerte mejor a través de las emociones.

    Colaboradora: la polaridad femenina comparte y se relaciona. Trasciende los límites del yo para conectarse con los demás. Es esa parte de ti que se abre y cuenta lo que te ha pasado a algún amigo/a; esa que comparte alegrías y comidas; esa que escucha, abraza y da una mano.

    Selectiva: lo femenino se basa en las emociones para seleccionar a quién recibe o rechaza. ¿Qué me hace sentir? ¿Seguridad, amor? Las emociones nos permiten filtrar a las personas con las que nos relacionamos y lo que nos pasa.

    Amorosa: la energía femenina recibe y da, es un océano de amor incondicional que no juzga. Crea vínculos amistosos, teje redes solidarias y sustenta cualquier relación. Abraza, acoge, acompaña, nutre.

    En desequilibrio

    Cuando la polaridad femenina siente carencia, busca llenarse y distraerse. Puede ser viendo series, comprando sin necesidad, comiendo sin hambre o teniendo sexo sin amor.

    Le polaridad femenina sin la masculina se siente sin apoyo, sin enfoque, sin propósito, es frágil e inestable y como resultado no tiene sentido de éxito.

    La inmadurez en la polaridad femenina se manifiesta en manipulación, incapacidad para tomar decisiones, celos, berrinches, mentiras, exigencias.

    Si solo trabajo con mi polaridad femenina me lleno de dudas; todo me queda grande; me afecta mucho el estado de ánimo de los demás; me cuesta decir no y delimitar mi espacio personal; me agoto porque me ocupo más de los demás que de mí; identifico mis emociones pero me pierdo en ellas; me cuesta expresar mis necesidades y deseos; me cuesta hacer realidad mis sueños y materializar mis ideas; necesito que alguien me oriente y me valore.

    Una mujer cuya polaridad masculina se expresa en exceso pierde su feminidad, su conexión con la tierra y con sus propios ciclos. Se desconecta de su intuición y se enfoca en el hacer, sometida al tirano interno que busca un sitio de reconocimiento en la sociedad.

    ¿Qué le aporta a un hombre desarrollar su polaridad femenina?

    Creatividad, sabiduría, intuición, la conexión con sus emociones y sentimientos profundos, la apertura de corazón, la fluidez en todo lo que hace, la flexibilidad para adaptarse a los cambios, la relajación y la paz interior.

    Un hombre que honra su energía femenina es amoroso, juguetón y tierno con las personas que ama y con la naturaleza. Su trabajo es valioso, inclusivo y tiene sentido porque está al servicio de la vida.

    El desarrollo de sus cualidades femeninas internas le da alegría, vitalidad, capacidad de gozo y erotismo. En las relaciones amorosas, vive el compromiso y la entrega sin perder la libertad. Es feliz, ama y se siente amado.

    ¿Cuáles de estas características tienes más activas?

    Hoy te invito a tomar consciencia de tu polaridad femenina.

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    Referencias

    Carmen Enguita, pionera en sexualidad alquímica, el equilibrio entre la polaridad femenina y masculina

    Francisco Fortuño, creador de hombresevolucionantes.com

    María Gabriela Santini, fundadora de la Escuela de sexualidad y espiritualidad

    Sylvia Briceño Aranguren, creadora y anfitriona del congreso virtual Juntos somos invencibles