El Tantra es una filosofía de vida que surgió en oriente hace más de 4.000 años. Significa totalidad y expansión de la consciencia.
El Tantra no es una técnica sexual. Es traer consciencia en el momento presente a todas las áreas de tu vida, incluyendo la sexualidad.
Es traer consciencia al cuerpo y saborear la vida en cada momento.
Tantra es llevar la meditación a todas las áreas de tu vida. La meditación nos sintoniza con la frecuencia del presente que permite convertirlo todo en verdadero gozo. —Astiko.
El cuerpo físico nos ancla a experimentar el presente y la mente suele perderse y desconectar. El amor incluye. La mente elige y excluye.
Sin la historia que me cuento, sin mi ruido mental, entro en el aquí y ahora y puedo movilizar la energía y conectar con mi cuerpo y mi placer profundo y expansivo. Lo primero es nutrir lo físico, el cuerpo. Después podemos conectar con la energía, el amor y de allí a lo espiritual. —Elma Roura.
Así que el Tantra nos da herramientas para calmar la mente, limpiar condicionamientos y disfrutar a través de los cinco sentidos del cuerpo en el ahora con aceptación y atención plena.
El Tantra es un tejido que entrelaza la consciencia. Es estar en contacto con tu esencia. Al nacer sucede un trauma de separación. El tantra te lleva a disolver los límites de tu ego y darte cuenta que formas parte de un todo, de algo más intenso, amplio y divino. Si tu corazón está abierto tu relación siempre va a ser íntima. El tantra no funciona si no abres tu corazón. Cada vez que te alejas de ti te cubres de más capas. Con el tantra deshaces las capas para encontrar tu humanidad. El tantra es una propuesta de apertura a todo sin rechazar nada sino acogiendo, abrazándolo todo en el corazón.—Xavi Domènech.
La respiración es muy importante
Respirar con consciencia nos trae al cuerpo, nos centra y nos permite expandirnos y relajarnos.
El cuerpo es más de un 70% agua y los líquidos de los tejidos necesitan oxígeno. Así que respira con consciencia y con libertad porque el aliento es divino.
La respiración es uno de los vehículos a través de los cuales viaja la energía. También acompaña y estabiliza el fuego del deseo para que dure más.
Cuando acompasamos la respiración con la de nuestra pareja, nos sincronizamos. Entramos en la misma frecuencia o sintonía. Esto también aumenta y prolonga la conexión que existe entre dos personas.
Existen muchos ejercicios y técnicas de respiración, e incluso una rama del yoga especializada: el pranayama.
Una práctica básica es: sentados o de pie, frente a frente, miramos a los ojos de nuestra pareja y respiramos profundo unos minutos. Poco a poco los cuerpos se van acompasando. Prestamos atención a cómo el aire y la energía se mueven por dentro. Es una danza, un juego y observamos: cómo late el corazón, si hay tensión o relajación, lo que perciben tus sentidos, etc.
Sus labios húmedos y carnosos cataron los míos con ternura unos segundos. Me senté a horcajadas sobre sus piernas, frente a frente, ojo a ojo, con confianza y sin decir nada, acordamos sincronizar la respiración. Aspirábamos el aire por la boca con los labios en o, como si fuéramos a tirar un beso. El aire silbaba «juuuu» al entrar y se expandía al salir con un largo y placentero «jaaaa». Nuestra respiración se hizo cada vez más audible hasta convertirse en música de goce: «ja-ju, ju-ja». Cuando él expiraba «ja», yo inspiraba «ju»; cuando yo expiraba «ja», él inspiraba «ju». La energía fluía, como una rueda en movimiento, de mi boca a la suya, de sus genitales a los míos, de mi corazón que vibraba como una cuerda con los latidos de su corazón. Cada bocanada nos sumía en un suave baile de ondas. Con mis brazos alrededor de su cuello, sus manos agarraron mis caderas para marcar el ritmo sensual de esa danza aérea y ondulatoria. El vaivén, de este viaje a lomo de dromedario, era exquisito. —Fragmento del capítulo 16, con T de Tantra, «Adiós, niña buena».
Tantra y sexo tántrico
El sexo tántrico es dejarse llevar por el placer y disfrutar sin etiquetas, sin tabúes, sin presiones ni ansiedad ni vergüenza. Se trata de gozar de una forma más paciente, plena y consciente de la energía que circula en todo el cuerpo.
El sexo tántrico no busca sensaciones, se abre a la sensibilidad. Son dos cosas distintas.
Las sensaciones están relacionadas con las cosas que te estimulan y de las cuales necesitas cada vez más intensidad porque te insensibilizan. Por ejemplo, la pornografía, los vibradores y la frotación excesiva de la piel. A mayor repetición mecánica, menor consciencia.
La sensibilidad es la comunicación a través de los sentidos que nos permite profundizar en los sentimientos de forma tan profunda que somos capaces de percibir lo sutil.
La exploración sexual es un viaje de autodescubrimiento que no sólo conduce a ser un amante mejor, con habilidades mejoradas, sino que también puede transformar viejas pautas restrictivas y generar más amor y más felicidad. —Diana Richardson.
Toda relación sexual es un intercambio de energía. El sexo tántrico te permite pasar de una sexualidad adolescente común a una sexualidad más espiritual, que abre, que está en contacto con lo que sientes, con lo que siente la otra persona, de forma relajada y sin control.
Cuando un hombre conecta con el corazón no tiene la necesidad de eyacular. El orgasmo deja de ser una gran descarga. Te abres y es una experiencia que te transforma. Todo el cuerpo te tiembla, hace que el fuego de tu corazón arda. El tantra no funciona si no abres tu corazón. —Xavi Domènech.
En cambio, el sexo duro y mecánico crea corazas y aumenta la distancia entre las personas que lo practican. No permite una elevación de la energía hacia los chakras superiores (corazón, garganta, tercer ojo) que nos conectan con lo divino.
Es muy importante la respiración, el afecto a través del contacto, la mirada…el no racionalizar y dejarse llevar sin buscar ni pedir nada. Dioni, experto en Tantra, Espacio Plural Kerala.
El tantra es un camino que te lleva a ti si te atreves a ver la sexualidad como un espacio de encuentro, de desnudez y de vulnerabilidad.
La vulnerabilidad se refiere al espacio que protegemos: las emociones. Cuando el cuerpo deja de protegerse, se abre. Las emociones son como una ola: suben, llegan al pico y bajan, se convierten en otra cosa. Cuando enjuicias la emoción se queda congelada, se cristaliza, se crea una coraza, una máscara.
Gracias al tantra te puedes quitar las máscaras y lograr el equilibrio entre tu energía femenina y masculina. Estas necesitan tiempo para conectarse, comunicarse e intimar. Le energía masculina crea el contenedor donde la femenina puede expresarse como el agua del río que fluye en el cauce.
La actitud del tantra consiste en ser amoroso hacia una persona. No hay necesidad de planificar nada; no hay necesidad de ensayar nada mentalmente antes, solo hay que ser amoroso y estar disponible. Hay que seguir jugando con la energía del otro. Hacer el amor es meditar. Es sagrado. Por eso, cuando estés haciendo el amor, ve muy despacio […] con gusto, percibiendo el sabor de todo. —Osho, The Open Secret.
Estamos acostumbrados a que la energía sexual se mueva hacia fuera y hacia abajo. Eso da cansancio. Es posible aprender a circular la energía sexual hacia dentro y hacia arriba para abrir una nueva dimensión con mayor vitalidad. Esto se consigue con la relajación, la atención plena y la respiración.
Le energía sexual es la energía de la vida y de la creación. Podemos utilizarla para crear arte, proyectos, empresas, iniciativas y todo lo que se nos ocurra.
Y termino estas pinceladas sobre Tantra y sexo tántrico con una frase de Diana Richardson:
Toda persona tiene la capacidad innata de hacer circular la energía dentro de su propio ser, lo que constituye en última instancia la experiencia del «sexo interior», que es la forma más evolucionada de la expresión sexual humana.
¿Ta animas a vivir con más consciencia corporal en el presente y a saborear la vida en cada momento?
Referencias:
Parga, N.M., Adiós, niña buena, Amazon, 2018.
Richardson Diana, Orgasmo tántrico para mujeres, Ed. Gulaab, Móstoles, 2004.
Richardson Diana, Sexo tántrico para hombres. Hacer del amor una meditación. Ed. Gulaab, Móstoles, 2011.
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