¿Qué es y cómo salir del drama?
El drama es una forma de expresarse con intensidad y exageración, en la que los detalles se interpretan de manera subjetiva y en la que prevalecen acciones y situaciones tensas y pasiones conflictivas. Hacer un drama es reaccionar con emoción excesiva o crear conflicto innecesario para llamar la atención o para interpelar la sensibilidad de los espectadores. Solemos caer en el drama cuando nos tomamos lo que sucede de manera personal, una tendencia humana.
Las emociones densas que genera el drama pueden contagiarse cuando las relaciones perduran en un ambiente cargado. Así mismo, pueden guardarse como memoria corporal y producir diversos síntomas y enfermedades.
Además, existe el cosmodrama transgeneracional que se perpetúa y se transfiere en un grupo social. En algunos casos, ya no se trata de drama sino de trauma.
El trauma no es la situación difícil en sí, es una herida psicológica que deja una huella en la mente y en el funcionamiento del cuerpo. Nos desconecta de las emociones, del cuerpo y del ser. La buena noticia es que todo trauma, toda herida se puede sanar. Y la sanación (healing) consiste en volver a sentirnos seres completos e íntegros. Nuestra capacidad de ser heridos nos permite crecer, eso es la vulnerabilidad. —Dr. Gabor Maté.
Las personas dramáticas
No sabemos qué historia se esconde tras cada persona. En griego, «persona» significa máscara (πρὀσωπον) y detrás de cada máscara hay un drama (δράμα), es decir, un hacer que tiene consecuencias.
Las personas dramáticas, histriónicas o teatrales tienden a ser demasiado sensibles ante la crítica y la desaprobación; creen que las relaciones son más íntimas de lo que son; alimentan el sufrimiento y la crispación; culpan a otras personas de sus fracasos y decepciones. También, suelen estar confundidas, victimizarse, caer en la indefensión aprendida y tener problemas de comunicación y baja autoestima. Validar sus sentimientos y ayudarle a buscar explicaciones alternativas son dos formas de lidiar con esa actitud.
Vivimos en el drama o nos dejamos contagiar por el drama cuando nos identificamos con el personaje que está cubierto de máscaras, como si fuéramos protagonistas de una telenovela. Las máscaras son envolturas que usamos para protegernos, disfrazarnos y/o justificarnos. Son capas o programaciones autoimpuestas, a veces de manera inconsciente, que nos limitan y atrapan.
Es nuestra decisión quitarnos esas máscaras limitantes, modificar la tendencia negativa y salir de la programación dramática. Ante cualquier hecho, por difícil que sea, podemos cambiar la forma en que lo percibimos y eso genera bienestar en medio de la adversidad.
Sí, se puede.
Salir del drama
Nuestra mente nos propone un amplio catálogo de ilusiones a experimentar y el sistema en el que vivimos en este planeta nos proyecta todo tipo de dramas de manera frecuente y a través de todos los medios posibles. Ya sabemos que la violencia genera más violencia y que el mal rollo alimenta al mal rollo. ¿Es eso lo que queremos perpetuar?
Recordemos que cada ser es responsable de tomar la decisión y actuar con coherencia para salir del drama o seguir alimentándolo.
Además del amor propio y del autoconocimiento, que son básicos en todo proceso de crecimiento personal, aquí te propongo algunas ideas interrelacionadas para desdramatizar. Por ejemplo, activar el modo observador, soltar el personaje, asumir la responsabilidad, vivir el presente con atención plena y potenciar el buen humor.
Activar el modo observador y soltar el personaje
Los culpables no existen cuando tomamos consciencia de que somos el observador que da lugar a lo observado. Entonces, somos responsables de nuestra creación y de entender la información contenida en cada suceso, ser, cosa, etc.
En palabras del filósofo estoico Epicteto: «No nos afecta lo que sucede sino aquello que nos decimos acerca de lo que sucede».
No nos afecta lo que sucede sino aquello que nos decimos acerca de lo que sucede. —Epicteto.
Esta frase nos recuerda el impacto que tiene cambiar el diálogo interno que es una serie de interpretaciones subjetivas. Un ser que es consciente de que es el actor y no el personaje puede salir del guion dramático y transformar la escena, el escenario, la historia y el desenlace. Para el actor nada es personal y todo pasa.
Algo deja de afectarnos cuando soltamos la identificación con el personaje, cuando entendemos que es una puesta en escena, un juego, y que nada puede dañarnos, ya que el verdadero ser siempre está a salvo. Si sentimos las heridas, las molestias, las emociones densas es porque de alguna manera seguimos apegados al personaje humano con una mente y un cuerpo programados para la supervivencia y aún nos quedan emociones bloqueadas que necesitan ser reconocidas y liberadas.
Es parte de la experiencia humana. Para ampliar nuestro entrenamiento existencial, jugamos el juego de la vida y nos comunicamos e interactuamos con personajes que tienen estados de consciencia distintos. El reto es hacerlo sin contagiarnos, como espectadores de una película. Y esto se logra ampliando la consciencia y elevando la frecuencia vibratoria. Cada situación nos prepara para disfrutar el siguiente nivel del juego.
Activar el modo observador significa contemplar nuestros pensamientos, emociones, expresiones y acciones sin que nos consuman. Podemos hacerlo sin juzgar, sin drama y sin convertirlo en un dilema personal. Así sentiremos la presencia calmada y libre del ser que se expande más allá de la mente. La libertad radica en aprender a responder desde la calma, no a reaccionar desde el ego o la herida, ante cada situación.
¿Te observas antes de responder o estás en modo automático? ¿Respondes desde tu paz o reaccionas desde tu malestar? ¿Qué te hace reaccionar o tergiversar? ¿Qué te centra y armoniza? ¿Asumes la responsabilidad de tus emociones, palabras y acciones o culpas a los demás? ¿Atiendes tus heridas y te cuidas?
Nadie es libre si no es dueño de sí mismo. —Séneca.
Asumir la responsabilidad
Ser responsables significa tomar las riendas de nuestra vida, pensamientos, emociones y acciones en cada situación. Así como asumir las consecuencias. Responsabilizarse es liberador porque lo único que podemos cambiar de verdad es a uno/a mismo/a.
Sufrimos más en la mente que en los hechos debido a los pensamientos que alimentamos. Por eso, somos responsables de cambiar el foco de atención cuando una idea, emoción, pensamiento nos está hundiendo en el drama.
Entonces, en lugar de concentrarnos en los problemas del mundo que no podemos resolver ni controlar, sí podemos trabajar en nosotros mismos, en lo que depende de nosotros, en lo que podemos modificar.
Trabaja en aquello que un naufragio no te pueda arrebatar. —Zenón de Citio.
Tenemos el poder de romper los acuerdos, transmutar las interferencias, limpiar las emociones densas y sanar las heridas si así lo decidimos desde lo más profundo de nuestro ser. Podemos dejar de dar credibilidad a pensamientos que perturban nuestra paz.
«Vivir como las flores»
«Un joven en búsqueda de la paz interior encontró un sabio en el camino de su peregrinaje y le preguntó:
—Maestro, ¿qué debo hacer para no enojarme? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes, algunas son indiferentes; siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
—¡Pues, vive como las flores! —respondió el maestro.
—Y, ¿cómo es vivir como las flores? —preguntó el joven.
—Mira con atención a esas flores —continuó el anciano, señalando unos lirios que crecían en el jardín—. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo responsabilizarse de lo propio, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos; y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita, pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto, es vivir como las flores. No te tomes nada personalmente. Cuando seas inmune a las opiniones y a los actos de los demás, dejarás de ser la víctima de un sufrimiento innecesario.
El joven reflexionó observando los lirios. Agradeció al sabio sus palabras y se marchó proponiéndose seguir el ejemplo de aquellas flores». —Autor desconocido.
Vivir el presente
La vida sucede en el ahora. Si recodamos mucho el pasado podemos sentir tristeza y nostalgia. Si lucubramos en el posible futuro caeremos en la ansiedad. La preocupación no resuelve nada, solo nos confunde y nos bloquea. En cambio, ocuparse y actuar con atención plena en el momento presente nos permite manifestar lo que queremos y sentirnos realizados.
Recordemos que lo que existe y lo que sentimos es creado en el momento presente. Entonces, la transformación sucede en el ahora.
Por eso, no necesitamos más tiempo sino más enfoque, porque ahí donde ponemos atención, ponemos nuestra energía. Saber lo que queremos nos marca la dirección.
Tú eres el maestro de este momento. Eres el creador de tu propia realidad. Solo existes a través de la presencia consciente, que es el ahora eterno. —Eckhard Tolle, El poder del ahora.
El gozo, el enfoque, la paz nos centran en el momento presente. Cuando hacemos algo que disfrutamos, el cerebro está inmerso en esa experiencia y la mente deja de divagar.
Potenciar el buen humor
El buen humor, la alegría, la risa nos mantienen saludables. El estado de ánimo impacta el funcionamiento de las células. Así que es posible salir del drama con buen humor, quitando peso, intensidad y seriedad a lo que nos decimos sobre eso que sucede.
Podemos potenciar la risa y el buen humor viendo una película, un vídeo, una comedia teatral o una serie divertida. También hay libros, canciones graciosas y personas y mascotas que nos hacen reír, sonreír y pasar ratos agradables.
La risa y el buen humor tienen múltiples beneficios. Por ejemplo: diluyen el miedo, reducen el estrés, calman el dolor, liberan endorfinas y serotoninas, producen mayor oxigenación, fortalecen el sistema inmune, mejoran la memoria y la capacidad para resolver problemas, facilitan la digestión y reducen el estreñimiento.
La risa cambia la química del cuerpo, en otras palabras, eleva la frecuencia vibratoria. Además: ¡reír es gratis y libre de efectos secundarios!
El humor es una forma de sabiduría, nos enseña a no tomarnos la vida demasiado en serio. —Norman Cousins, periodista, profesor, autor estadounidense.
¿Quieres salir del drama y vivir con más amor, paz y alegría?
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