En guerra y en tierra de eterna primavera,
zona de cúrcuma, orquídeas y cafetales,
nace una niña de gran fortaleza.
Persona valiente de carácter fuerte,
que audaz saca adelante toda actividad.
Se siente hendida, asfixiada, perdida
y aún así supera la adversidad.
Ella ha sido objeto de la fuerza bruta,
esa de la gente que no sabe amar.
Ha sobrevivido a golpes, a injurias
y aún en el exilio no ha aprendido a odiar.
Ella ha compartido todos sus saberes
con otras mujeres, en armonía.
Con ojos brillantes y amplias sonrisas
dichos improvisa, ¡qué agilidad!
Ella es un magneto, un río de vida,
una fuente llena de creatividad.
Juega con sabores, olores, texturas
y a todos deleita con genialidad.
Al son de tambores, su cuerpo se agita
y libre al cielo grita: soy una Brujer.
Soy encantadora, soy una afrodita,
no bruja maldita, una gran mujer.
Soy niña, soy madre, cocinera, artista,
mis manos engendran en cualquier lugar.
Lejos de mi tierra, soy un ser completo
y lo que me proponga, voy a lograr.
Brujer: bruja y mujer. Término acuñado por M.N.V.R. defensora de los derechos humanos colombiana y exiliada política, a quien dedico este cuento.
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