Con los ojos vendados, me entusiasma la idea de lo que va a pasar. La esperanza es en sí misma una especie de felicidad. Aunque me caiga, aguardo lo mejor. Cada pequeño paso es un logro que me impulsa a continuar. Y si tropiezo con las piedras, lo acepto. Es lo que necesito en ese momento. Cierro los ojos y confío porque veo con el corazón. Creo en mí, aunque me cueste. Y por dentro una luz se enciende e ilumina el exterior. La vida tiene sentido, a pesar del resultado final o el destino. Cada amanecer me regala una página en blanco para llenarla de luz y color, con palabras creadoras, escogidas con amor. La esperanza es la certeza de que veremos la luna y luego el sol. Y aunque el día haya sido difícil, al anochecer mis ojos se cierran cargados de ilusión.
«Ya veremos», respondiste, y me dejaste en puntos suspensivos. Atemporales e indefinidos, en el aire de la incertidumbre siguen esos puntos suspendidos. «Me lo voy a pensar», añadiste. Y eso, ¿qué significa? Que te mueres de ganas y de miedo, o que no te interesa un bledo. Ante la duda se impone el silencio, un punto y aparte. Un sí pero no. El paréntesis de la indecisión. Dejaste en suspenso un deseo a la vez tan vivo y tan muerto, ¿Pides tiempo al tiempo? ¿Temes comprobar el estado de tu corazón? Y sigo aquí, cual espejo. Espero el momento en el que tú y yo colapsemos unidos en una mirada como un mismo observador… Incertidumbre en puntos suspensivos, #videopoema en Instagram.
Múltiples obsequios en un hermoso regalo recibí. Los miedos que me nublaban desaparecen y tienen fin. Ya no temo a la muerte. Sé que dejar el cuerpo no es morir sino el inicio de una nueva vida. Libre, feliz, expansiva. Si antes callaba y sonreía, ahora digo, con respeto, lo que pienso. Expreso quien soy, lo que siento. Ya no temo al rechazo ni al error. Tampoco temo al inevitable dolor, mensajero de la transformación. Porque todo lo que empieza acaba. Y sé que el sufrimiento es opcional. Bajo el empaque de un shock casi mortal me encontré con la gratitud, el amor, el perdón y la felicidad. Sentí el júbilo de la libertad. En el pozo profundo de la depresión, aprendí a ver en la oscuridad. Ahora cierro los ojos y me dejo guiar por la intuición. Siento la divinidad. Sé que puedo afrontar las dificultades y de ellas aprender lecciones. Sé que puedo hundirme en un mar de tristeza y nadar hasta la orilla de la paz. Sé que el mundo caótico es un reflejo que podemos cambiar. Ten esperanza. Todo pasa por una razón. Aunque no lo veas, en todas partes vibra el amor. Regresé al origen y volví para dar testimonio consciente del gozo de existir. Para pedirte que más allá del miedo, te atrevas a ir.
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