Dos testimonios inspiradores para el día mundial del ictus

Dia mundial del ictusTodo ictus es traumático para quien lo sufre y para sus familiares. Sin embargo, hay quienes logran convertir esta experiencia dolorosa en aprendizaje y en crecimiento. Para conmemorar el día mundial del ictus, comparto los testimonios inspiradores de dos supervivientes. Dos mujeres que tuvieron una hemorragia en el hemisferio izquierdo a los 37 años.

A veces la vida nos da sorpresas en forma de shock

Estaba sola en el baño del restaurante italiano cerca de casa. Cuando sentí como si me estuvieran clavando puñales en la cabeza. El dolor era intenso, asfixiante y cegador. La oscuridad me tragaba y pensé: tengo que pedir ayuda, tengo que salir de aquí.

Logré abrir la puerta del cubículo del váter y vi mi reflejo en el espejo. Vi el jersey verde que me gustaba tanto y unos vaqueros grises. Apoyé mis manos en el lavamanos intentando respirar y juntar fuerzas para salir del baño. Sentía que me iba a caer. Fragmento de El Gozo de Existir.

No recuerdo cómo logré bajar todas las escaleras para pedir ayuda, antes de desmayarme. Nunca me había sentido así.

No se me ocurrió pensar que estaba teniendo un ictus. La sangre inundaba mi cerebro a gran velocidad. Fue todo tan rápido que no me di cuenta de que me estaba muriendo.

Tres días después, cuando me desperté del coma, confundida y adolorida, no sabía en dónde estaba. Iba y venía del limbo, del silencio de la mente anestesiada. Quería escapar del dolor del sonido y de la luz. Me sentía como un globo que flotaba atado a una jaula.

Tardé más de diez días en recuperar la memoria a corto plazo. Allí, en la cama del Hospital 12 de Octubre. Y cuando tomé consciencia de lo que me había sucedido, lloré agradecida porque seguía viva.

Había estado a punto de morir pero seguía viva y aunque no podía moverme, quería comerme el mundo. Deseaba aprovechar al máximo cada segundo de esta segunda oportunidad, de este hermoso regalo.

El amor, la energía maravillosa que todo lo une, me había salvado una vez más.

El gozo de existir

Ya había vivido «momentos de eternidad». Esos flashes en los que el ser se instala en la dicha del instante presente. Sin embargo, después de la segunda cirugía viví una experiencia mística. Que otros llamarían nirvana u orgasmo cósmico.

ManosNirvanaNo sé cuánto tiempo pasó. Al abrir los ojos vi un agujero negro allí en donde había estado ese médico. Sentí que mi energía atravesaba ese agujero. Más que un túnel era como una membrana que daba paso a otra dimensión, con una presión distinta. Como cuando te sumerges lentamente en una piscina.

Al atravesar la membrana el ruido, el frío y el dolor desaparecieron. Al mismo tiempo que mi ser, desprovisto de mi percepción individual, se expandía, libre como un gas en la inmensa oscuridad sin forma, en el júbilo infinito. A lo lejos, muy lejos, veía puntos de luz.

Me fusionaba en una mezcla de paz, amor, bienestar y un inmenso gozo de existir… éxtasis. Me hubiera gustado quedarme allí para siempre. En esa unión con el todo. En ese encuentro con la naturaleza más profunda de mí misma. Fragmento de El Gozo de Existir.

No era como salir del útero. Todo lo contrario, era la vuelta a la fuente, al origen. Y cuando conectas con lo más profundo de tu naturaleza, confías. Y al confiar dejas de temerle a la muerte.

Hay personas que llegan a este estado maravilloso gracias a la meditación. Así que todos podemos lograrlo, si queremos, claro.

Jill Bolte-Taylor: un derrame de lucidez

Una hemorragia cerebral puede ser un derrame de luz. Así lo explica Jill Bolte-Taylor en su libro «A stroke of Insight» (Un derrame de lucidez). Esta neurocientífica americana sufrió una hemorragia cerebral en su hemisferio izquierdo cuando tenía 37 años. Durante cuatro horas fue testigo del deterioro de su cerebro y sobrevivió para contarlo. Tardó ocho años en recuperarse.

Su presentación en TED es maravillosa. Este es un fragmento de su mensaje:

Cuando desperté, me sorprendí de seguir viva. Sentía mucho dolor. La luz quemaba mi cerebro. Los sonidos eran tan fuertes y caóticos que no podía distinguir las voces del fondo y quería escapar. No podía identificar la posición de mi cuerpo en el espacio. Me sentía enorme y expansiva. Como un genio liberado de su botella. Mi espíritu navegaba en un mar de euforia silenciosa.

Y pensé: Nirvana. Encontré el nirvana […] Si sigo viva y encontré el nirvana, cualquier persona que esté viva puede hacerlo. Imaginé un mundo lleno de gente bella, pacífica, compasiva. Personas que sabían que podían visitar este espacio en cualquier momento. Y que podían escoger dar un paso del hemisferio izquierdo hacia su paz en el hemisferio derecho. […] Qué tremendo regalo puede ser esta experiencia, qué derrame de iluminación puede significar a la forma como vivimos nuestras vidas. Saber que en cada momento podemos escoger cómo queremos ser y estar aquí, ahora.

 

Así que…

Estar al borde de la muerte y vivir para contarlo, duele mucho, pero es todo un regalo.

Depende de cómo lo mires.

Porque no podemos cambiar lo sucedido, pero sí la forma como lo vivimos y lo recordamos.

Así como lo hicieron estas dos mujeres de 37 años. Ambas con hemorragias en el hemisferio izquierdo.

Y algo más en común: la esperanza de un mundo mejor gracias a la experiencia del nirvana.

Una tardó 8 años en recuperarse. La otra tiene aún tiene secuelas. Nadie ha dicho que sea fácil.

Entonces, aceptemos que la vida es cambio.

Dejemos ir al que fuimos, porque nunca seremos los mismos.

Mucho ánimo si te estás recuperando de una enfermedad. Ella es un mensaje de tu cuerpo para que sanes (parafraseando a Carl G. Jung).

Espero que te hayan inspirado estos testimonios para conmemorar el día mundial del ictus.

Y gracias por compartir.