Taller: Siente y vibra

Los seres humanos estamos más desconectados de nuestros cuerpos de lo que creemos. Nos protegemos con corazas para que la vida no nos duela y así, sin darnos cuenta, también anestesiamos el placer, la creatividad y la alegría.

Esas corazas también nos dificultan escuchar y entender los mensajes del cuerpo, que nos susurra y llama nuestra atención de distintas maneras.

Para vivir una vida plena, necesitamos quitarnos las corazas (bloqueos, máscaras, creencias limitantes), como hacen las langostas y como Sara, la protagonista de Adiós, niña buena.

Siente y vibra

Es un taller de bienestar y de consciencia del propio cuerpo en formato círculo de mujeres que comparte algunos ejercicios, técnicas e ideas básicas para calmar la mente y volver a conectar con el cuerpo, prestando atención al centro vital y creativo femenino que es el útero.

Gracias a afirmaciones positivas y a la práctica de posturas sencillas, respiración, movimiento, sonido y meditación lograremos esa reconexión con nuestro cuerpo y con nuestra paz interior.

Este taller de bienestar está dirigido a mujeres que quieran relajarse y conectar con su cuerpo a través de los sentidos y de su consciencia corporal.

Ejes temáticos:

  1. Acepta: Amarnos a nosotras mismas empieza por aceptarnos tal y como somos y reencontrarnos con la energía de nuestro cuerpo. Darle valor y atención.
  2. Vibra: Vamos a habitar el cuerpo aquí y ahora. Conectaremos con nuestro chakra base y a ejercitar los músculos del periné al ritmo de la respiración y la vibración del sonido.
  3. Siente: La vida es movimiento. El agua que se estanca se pudre. Así que vamos a mover nuestras aguas internas.
  4. Suelta: Deja ir aquello que ya no eres, lo que no te sirve. Haz hueco para que lo nuevo entre en tu vida. La respiración es la clave. Suelta y confía.

Beneficios:

  • Profundizarás en el autoconocimiento de tu cuerpo y de tus emociones.
  • Aprenderás técnicas para relajarte con atención plena en el momento presente.
  • Te llevarás recursos y ejercicios para seguir desarrollando tu amor propio y sabiduría femenina.
  • Aprenderás a relajarte y a conectar con el útero.
  • Recordarás cómo relacionarte con tu cuerpo desde el respeto y la escucha.

Próximo taller:

Fecha: A acordar con las personas interesadas.

Lugar: online

Aportación consciente.

Plazas limitadas.

Para garantizar la reserva de la plaza será necesario abonar el pago.

Apúntate al próximo taller aquí:

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    ¡Me encantaría compartir esta experiencia contigo!

    Taller: ciclo menstrual y primera menstruación

    ¿Te gustaría vivir tu ciclo menstrual de manera más agradable, amorosa y conectada con tu esencia? ¿Sabes en qué fase de tu ciclo estás?¿Te gustaría que tus hijas, sobrinas, hermanas, nietas disfrutaran su ciclo?

    Tal vez crees que el dolor es normal. Quizá sientes asco de la sangre menstrual. Si rechazas tu sangre, te estás rechazando a ti misma.

    Te invito a que te aceptes y te ames tal y como eres.

    ¿Te cuesta hablar de sexualidad con tus hijas o con otras personas?

    ¡Ánimo!, lo estás haciendo lo mejor que sabes y lo mejor que puedes. La sociedad, la familia y la cultura nos condicionan y moldean de muchas formas.

    La buena noticia es que al compartir experiencias de autoconocimiento y de amor propio habitamos nuestro cuerpo con aprecio, goce y alegría.

    Y, además de felices, eso nos hace más libres, seguras y asertivas.

    Ciclo menstrual y primera menstruación

    Es un taller lúdico para niñas acompañadas por sus madres u otras mujeres de su entorno afectivo que deseen compartir el inicio de su vida cíclica de manera gratificante.

    Es una experiencia para mentes y corazones abiertos a vibrar en el amor propio, libre de juicios.

    La primera menstruación, la menarquia, es un momento importante en la sexualidad de las mujeres, ya que marca el final de la infancia y el inicio de la etapa fértil, la etapa cíclica y de cambio.

    La menarquia, la primera luna, es el despertar de las hormonas que son mensajeras evolutivas.

    Para que sea una vivencia fluida se necesita información, acompañamiento y una celebración privada al gusto de la homenajeada.

    Como adultas, y aunque lo hallamos vivido como un tabú, podemos dejar bien claro que la menstruación es la renovación de la vida que nos conecta con la madre tierra. Podemos transmitir una perspectiva consciente, saludable y fortalecedora a nuestras hijas, sobrinas, nietas, hermanas…

    Próximo taller:

    Fecha: A acordar con las personas interesadas.

    Lugar: online

    Aportación: Una persona: 15 euros. Madre e hija: 20 euros.

    Plazas limitadas.

    ONLINE: Apúntate y acordaremos una fecha y hora que nos venga bien a todas.

    Por favor reserva tu plaza si estás interesada. Y cuéntame qué edad tiene tu hija y qué esperas del taller.

      FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN





       

      Objetivos de la actividad:

      1. Brindar imágenes de seguridad, aceptación y confianza, así como algunos conocimientos necesarios para entrar en la etapa fértil con mayor bienestar.

      2. Percibir la menarquía y la menstruación como un motivo de orgullo, de alegría y de celebración.

      3. Fomentar el amor propio desde el autoconocimiento y el autocuidado del cuerpo cíclico.

      En este maravilloso taller:

      🧡 Conectarás con la creatividad latente en tu útero a través de la pintura.

      🧡 Descubrirás las 4 fases del ciclo menstrual, asociadas con las estaciones y con algunos arquetipos, y sabrás cómo te influyen física y emocionalmente.

      🧡 Recibirás nociones sobre los cuidados en las diferentes fases del ciclo y algunos recursos para que sea más agradable.

      🧡 Conocerás alternativas saludables y sostenibles para el sangrado.

      🧡 Conectarás con la apreciación y aceptación de todo tu cuerpo.

      La actividad está planteada como un círculo de doncellas y adultas. Conversaremos, dibujaremos, escribiremos y compartiremos un rato agradable y lúdico. También realizaremos ejercicios de respiración y de consciencia corporal.

      Taller del 7-mar-20, en Appa Art Gallery, Madrid, con la colaboración de Franquearte y Bicilibros.

      Opciones

      Online: una vez te inscribas, por correo acordaremos una fecha y hora para el taller, así como la moneda (si vives fuera de la comunidad europea) y la forma de pago. Me adapto a la edad y características de la niña para ofrecerle la mejor experiencia.

      Si tu hija no quiere venir, por la razón que sea, ven tú sola y regala esta experiencia a tu niña interior. Esto tendrá un efecto positivo en tu entorno.

       

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      Cómo identifico mi polaridad femenina y masculina (parte 3)

      Todos los seres humanos somos energía con polaridades femenina y masculina. Si estas dos palabras te generan alguna interferencia, hablemos entonces de polaridades: vital y creadora. Son aspectos del Uno. Ninguna polaridad es mejor que la otra, las diferentes cualidades que realza cada extremo de la polaridad muestran funciones distintas, no jerarquías.

      Estamos en un mundo en el que experimentamos las polaridades y nos conocemos gracias a las relaciones interpersonales que nos muestran o hacen evidente cómo lo llevamos.

      Nacemos con una energía predominante, independientemente del sexo de nuestro cuerpo. El equilibrio está en descubrir nuestra polaridad predominante en un momento y honrar ambas polaridades, aprovechar sus dones, bien sea para avanzar en el mundo exterior (si es masculina), o para profundizar en el mundo interior (si es femenina).

      La danza de polaridades femenina y masculina

      Tu energía danza de una polaridad a otra todo el día. Cuando caminas firme y rápido, cuando practicas deportes competitivos, cuando alzas pesas, estás en tu polaridad masculina. Cuando caminas disfrutando del paisaje, te das un baño, bailas y te contoneas al ritmo de la música, cuando te relajas y descansas, estás en tu polaridad femenina.

      En un vaso lleno de agua, por ejemplo, la polaridad masculina es el vaso contenedor que da estructura y sostiene. El agua expresa la polaridad femenina que se expande en el espacio.

      Ejercicio: Presta atención al impacto que tienen las palabras.

      Di en voz alta: “soy capaz”. ¿Cómo se siente en tu cuerpo? Tal vez notas que tu espalda se endereza, que tu pecho se abre, que hay un ligero cosquilleo por dentro. Capaz es una palabra de polaridad masculina. Ahora di en voz alta: “soy amable”. ¿Cómo se siente en tu cuerpo? Respira profundo y vuélvelo a intentar. Tal vez aprecies calidez en tu corazón o algo de relajación en los músculos. Amable es una palabra de polaridad femenina.

      En la naturaleza, el día, el sol, el cielo, el fuego, el verano y la primavera se asocian con la polaridad masculina. La noche, la luna, la tierra, el agua, el invierno y el otoño tienen mayor polaridad femenina.

      Las polaridades se alternan todo el tiempo. Si te fijas, la naturaleza es cíclica: la luz del día da paso a la oscuridad de la noche; la sequía, a la lluvia; el invierno, a la primavera, etc.

      Características de las polaridades femenina y masculina

      Polaridad masculina Polaridad femenina
      Actividad Reposo
      Analítica Intuitiva
      Apresurada Tranquila
      Capaz Apreciativa
      Chakras más positivos: 1, 3, 5 Chakras más positivos: 2, 4, 6
      Concreta Abstracta
      Contiene Fluye
      Controladora Permisiva
      Deseo, voluntad de crear Océano de amor creador
      Día Noche
      Energía sexual dadora Energía sexual receptora
      Estable Voluble
      Expande Contrae
      Fuego Agua
      Fuera Dentro
      Hacer Ser
      Inquietud y movimiento Calma
      Intención Agradecimiento
      Lineal (rectas y ángulos) Circular (curvas y remolinos)
      Luz, rayo que proyecta Oscuridad introspectiva
      Materializa, realiza Crea, imagina
      Naturaleza eléctrica Naturaleza magnética
      Orden Caos
      Organiza Sintetiza
      Pensamientos Sentimientos y emociones
      Protege Nutre
      Rabia Miedo
      Seduce Atrae
      Separa Une
      Se aísla Se relaciona
      Sol Tierra
      Verano y primavera Invierno, otoño
      Visión parcial, enfocada Visión holística
      Yang Yin

      ¿Cuáles de estas características tienes más activas?

      ¿En qué momento preferirías polarizarte más tu femenino o en tu masculino?

      Estas características de las polaridades están presentes en todas las personas. No son ni buenas ni malas, ni mejores ni peores. Lo importante es que estén en equilibrio, en armonía según el momento y la situación.

      Actividad – Reposo:

      Por ejemplo, una persona que en su casa o en el trabajo se ocupa de limpiar, lavar y ordenar está en acción, por lo tanto, en una polaridad masculina. Una persona que está descansando y disfrutando está en su polaridad femenina.

      La polaridad no tiene nada que ver con el género ni con el rol asignado por una sociedad. En algunas culturas, la mujer hará todo el trabajo del hogar, incluso cargará con pesos excesivos para su fuerza y tamaño mientras que el hombre se va con los amigos, camina al lado sin cargar nada o se engancha al ordenador o a la tele. Son dos conceptos distintos. Esa mujer que hace todo está en su polaridad masculina. Ese hombre que se relaja está en su polaridad femenina.

      Armonía: En una pareja equilibrada, el reposo, las tareas y las cargas se reparten, de manera consensuada y flexible, respetando las capacidades, necesidades y tiempos de cada persona. No hay jerarquía ni dominación. Se comparten y se alternan las funciones.

      Seduce (naturaleza eléctrica) – Atrae (naturaleza magnética):

      Una persona que seduce, con mirada penetrante, tira la caña de pescar y cuyos pensamientos eléctricos (fantasías) le impulsan a actuar y a hablar, está en su polaridad masculina.

      Una persona que despierta tus emociones, que se hace bella para ser admirada y atraer, está en su esencia magnética y su polaridad femenina.

      Así que un hombre que va de «guaperas» y se pavonea como quien dice: «mira qué bueno estoy», está en su polaridad femenina. Si se acerca y se atreve a hablar contigo y con sus palabras demuestra interés en ti, pasa a su polaridad masculina.

      Armonía: el equilibrio en el juego de la seducción y la atracción es lo que permite que las polaridades distintas se encuentren y se lo pasen bien, incluso fenomenal. Si hay dos personas con la misma polaridad o cuyas polaridades se hayan neutralizado (convivencia, rutina, etc), no habrá chispa.

      Todos los humanos buscamos volver a la unidad. A volver a fundirnos en un estado de felicidad, sentirnos completos. Lo que diferencia lo masculino de lo femenino es su manera de buscar esta realización. Lo femenino encarna la capacidad de abrazar toda la existencia en profunda aceptación. Su anhelo es ser amor, su necesidad es abrir el corazón para que su energía vital se exprese en múltiples formas. Ella necesita acoger, celebrar y relacionarse con intimidad. En cambio, lo masculino busca esta realización en la libertad de toda identificación. […] Su fuerza en concentrada y enfocada. Su anhelo es ser libertad. —Astiko

      Adiós, niña buena

      Y ya que estamos hablando de seducir y atraer, os dejo de regalo el inicio del capítulo 30 (Chico sexi) de mi novela:

      Adiós, niña buena

      ***

      • ¡Sedúceme! —le dije a Mateo en nuestra habitación por la noche cuando ya Ítaca dormía. Antes de pedírselo, humedecí mis labios con saliva y saqué pecho, tal y como me había aconsejado Bea. Mateo era sexi sobre todo cuando estaba relajado y algo distante.
      • ¿Cómo? —Suspiró, arrugó la nariz y frunció el ceño.
      • ¡Anda! —Imaginé que yo era como Elsa Pataky y dije lentamente—: ¡Déjate de bromas y mírame como si me acabaras de conocer! —Él tomó aire, dio un paso atrás y me miró serio, casi en tensión durante unos segundos.
      • ¿Cómo te llamas? —Preguntó con voz ronca entrecerrando sus ojos.
      • Gabriela —Me encanta ese nombre y puestos a jugar… Sus cejas se arquearon y esbozó una ligera media sonrisa. Dio un paso hacia delante y, en un largo silencio, recorrió mi cara con una mirada enigmática. Sentí el calor de su aliento y, expectante, mi corazón se aceleró.
      • Gabriela —repitió despacio saboreando cada letra, entreabrió su boca como si fuera a besarme y yo cerré los ojos. Su frente rozó mi frente, la punta de su nariz, la mía; su pulgar acarició mis labios antes de que su mano se desplazara suavemente para enredar mi pelo entre sus dedos y me besó.

      Me besó como hacía mucho tiempo no me besaba, como si se le fuera la vida en ello, como si su boca se hiciera agua en la mía. Me besó con la fogosa suavidad del deseo que ya ha sido satisfecho y da marcha atrás para volver a vivir. Me besó con tantas ganas y con tanta ternura a la vez que al separarse nuestros labios sentí en mi boca el sabor salado de una lágrima.

      • ¿Esto era lo que querías? —susurró acariciando mis mejillas.
      • Sí. —Sonreí y él me besó otra vez.

      ***

      A mí me encanta esta escena, ¿y a ti?

      ¿Te apuntas a la armonía de las polaridades?

      Recuerda que equilibrar es integrar y abrazar. Nada tiene que ver con anular, amputar o subvertir la naturaleza del ser.

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      Referencias

      Astiko, maestra de tantra, tantrawithastiko, 21-jun-2014, «El regalo de lo femenino y lo masculino«, youtube, 5 min.

      Carmen Enguita, pionera en sexualidad alquímica, el equilibrio entre la polaridad femenina y masculina

      María Gabriela Santini, fundadora de la Escuela de sexualidad y espiritualidad

      Sylvia Briceño Aranguren, creadora y anfitriona del congreso virtual Juntos somos invencibles

      Cómo identifico mi polaridad masculina (parte 2)

      Dibujo a lápiz, «Hemianopsia», N.M. Parga

      Todos los seres humanos somos energía con dos polaridades: femenina (vital) y masculina (creadora). Ninguna es mejor que la otra, las diferentes cualidades que realza cada extremo de la polaridad muestran funciones distintas, no jerarquías.

      Partamos de esa base, aunque nos cueste separar en nuestra mente la idea de polaridad de la de cuerpo (hembra, macho, hermafrodita) y de los roles asignados por la sociedad (quién hace qué en cada momento).

      La herida del patriarcado surge al limitar la polaridad femenina en cada persona de manera consciente o inconsciente. Hombres y mujeres han castrado su polaridad femenina a lo largo de los siglos.

      La solución es muy distinta al enfrentamiento entre los sexos. Para lograr el equilibrio necesitamos identificar dichas polaridades dentro de nosotros y aprender a armonizarlas y a honrarlas.

      En el artículo anterior nos centramos en la polaridad femenina; en éste, explicaré las características de la polaridad masculina.

      Para liberarnos de las ideas preconcebidas, apliquemos las polaridades a las cosas que no tienen ni sexo ni roles.

      Por ejemplo, en una taza llena de café o de té, ¿qué manifiesta su polaridad femenina y qué su polaridad femenina?

      ***

      La taza, que contiene y da estructura, manifiesta más su polaridad masculina. El café o el té manifiestan más la polaridad femenina que fluye y se adapta al contenedor.

      Ahora pensemos en un terreno en el que se han sembrado semillas.

      ***

      La tierra acoge cálida, nutre en su profundidad, da vida, manifiesta su polaridad femenina. La semilla se abre, de ella salen raíces que van a penetrar la tierra y un tallo que va a desafiar la gravedad, tiene el potencial para convertirse en un árbol o en una planta que dará flores y frutos, manifiesta una polaridad masculina.

      La polaridad masculina se expresa hacia fuera; la femenina, hacia dentro. Por eso, el verano y la primavera tienen mayor polaridad masculina, y el invierno y el otoño, mayor polaridad femenina.

      Importante: las polaridades se están alternando todo el tiempo aunque haya una más predominante en cada ser en un momento dado.

      Características de la polaridad masculina

      Activa: la polaridad masculina es acción, se concentra en una tarea a la vez para mayor eficacia y rapidez. Hace, propone soluciones, toma las riendas de la situación. Realiza y materializa las ideas.

      Claridad: como está enfocada, la polaridad masculina aporta claridad mental en medio de la confusión, luz a la oscuridad. Es guía y líder.

      Competitiva: la polaridad masculina va del modo supervivencia al logro y de ahí a la realización. Disfruta del éxito, ya sea académico, laboral, deportivo, familiar, amoroso. Y compite para conseguir lo mejor. También se siente más cómoda cuando está en control de una situación. Al volante, por ejemplo.

      Expresiva: enfocada hacia el exterior, pide lo que quiere y necesita. Pone los puntos sobre las íes. Habla su verdad y proyecta seguridad. La polaridad masculina es la que nos impulsa a decir no, a decir adiós porque no podemos tolerar que nos hagan daño o que invadan nuestro territorio.

      Lineal: podríamos representarla como un faro de luz, firme y claro. Con una dirección enfocada hacia un objetivo o un propósito. Esta dirección y foco nos permite conseguir lo que nos proponemos.

      Penetrante: la polaridad masculina se abre paso con su sola presencia. Es la energía que lidera, instruye, ordena. Su misión es sembrar la semilla.

      Protectora y proveedora: la polaridad masculina es la fuerza que protege el hogar donde reside la ternura y el amor. Es la que sale a cazar (trabajar) y trae a casa lo necesario para la subsistencia.

      ¿Cuáles de estas características tienes más activas?

      En desequilibrio

      Cuando la polaridad masculina siente carencia o malestar busca la manera de vaciarse de emociones, obligaciones y límites. Se descarga ya sea con la meditación, un viaje o la masturbación.

      La polaridad masculina sin la femenina no siente su valor, no se alimenta ni se aprecia, pasa de todo.

      Si solo trabajo con mi polaridad masculina:

      *Me cuesta identificar mis emociones y sentimientos y los de los demás. Me pongo la máscara. Elevo un muro invisible para distanciarme.

      *Es difícil conectarme con la intuición y a falta de esa guía interna busco el norte afuera.

      *Hay una mayor necesidad de reconocimiento y valoración externas lo que genera inseguridad. «Me afecta lo que los otros digan de mí».

      *El desequilibrio aumenta la competencia, la ansiedad, la impaciencia, el control, la agresividad y el egoísmo.

      *Aparece una necesidad neurótica de ocuparse todo el tiempo con orden y planeación. «Veo el descanso y el no hacer nada como algo negativo».

      *Falta de escucha. «Hablo mucho, corto la palabra, no escucho lo que la otra persona está diciendo porque estoy pensando en lo que voy a responder. Lo peor: no soy consciente de ello». Lo que genera una gran frustración y mala comunicación.

      *Y en el extremo aparecen la violencia, la dominación y la guerra. Ese miedo contra todo lo femenino, que es la vida misma, dentro y fuera de sí.

      ¿Has identificado algún desequilibrio en ti?

      ¿Qué le aporta a una mujer desarrollar su polaridad masculina?

      Claridad, enfoque, decisión, valentía, acción para alcanzar los objetivos y realizar los sueños, determinación, seguridad en sí misma, capacidad para expresar sus necesidades y deseos, para decir: «sí, no, para, es suficiente, adiós, etc.»

      Una mujer que honra su energía masculina siente una profunda gratitud por ese sostén, confianza y estructura interna que le permite crear y expandirse en amor y armonía.

      Una mujer que honra su polaridad masculina avanza «lento y seguro», sin prisa y respetando su necesidad de descanso.

      Deja de verse como víctima, deja de quejarse y de culpar a otros. Toma las riendas de su vida y se transforma. Perdona y se perdona para seguir danzando alegre y resolutiva con la vida.

      Y las mujeres podemos tener una polaridad masculina muy fuerte y seguir siendo femeninas. Podemos armonizar el poder y la dirección desde nuestra naturaleza de escucha, cuidado y atención. Podemos liderar con amor y sentir cada una de nuestras curvas.

      ¿Qué le agradeces a tu polaridad masculina?

      En el siguiente artículo veremos un paralelo entre las dos polaridades para que identifiques con mayor claridad en qué momento estás en una o en otra.

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      Referencias

      Francisco Fortuño, creador de hombresevolucionantes.com

      Cómo identifico mi polaridad femenina (parte 1)

      Cuando hablamos de polaridad masculina y femenina, no hablamos ni del sexo biológico ni del género ni de los roles asignados por la sociedad.

      Todos los seres humanos somos una mezcla de energía femenina y masculina. O si lo prefieres, de energía vital y creadora. Ninguna es mejor que la otra, las diferentes cualidades que realza cada extremo de la polaridad muestran funciones distintas, no jerarquías.

      La energía es una fuerza vital que fluye y cocrea. Todos somos una danza energética de las polaridades masculina y femenina. Cuando las identificamos y aceptamos, nos damos permiso para conocernos, amarnos y mostrar nuestra mejor versión en cada momento.

      La polaridad

      La polaridad es la condición de lo que tiene propiedades opuestas, como los polos. Lo que nos permite distinguir entre sí las cualidades de cada uno, así como apreciar los contrastes.

      Las polaridades son las fuerzas determinadas por la experiencia de lo que somos.—Carmen Enguita

      Cuando estas dos fuerzas se alternan y cooperan en equilibrio, la vida es armónica, intensa y fluida.

      Todo el universo está regido por dos fuerzas en constante atracción. El Taoísmo habla del Yin y el Yang. El Hinduismo, de Shiva y Shakti. La física habla de que hay un polo positivo y uno negativo. En la naturaleza siempre hay una fuerza que emite y una que recibe. El Tantra habla de energía femenina y masculina.—Francisco Fortuño

      Las polaridades femenina y masculina se manifiestan en todo lo que existe. Por ejemplo, en un río, ¿qué crees que tiene polaridad femenina y qué masculina?

      El cauce del río expresa la polaridad masculina porque da estructura y contiene. El agua del río expresa la polaridad femenina porque fluye, cambia y es fuente de vida.

      ¿Cómo identifico mi polaridad femenina y masculina?

      Escritura terapéuticaDurante el día tu energía alterna de una polaridad a otra sin darte cuenta. Por ejemplo, en el trabajo, cuando necesitas terminar una tarea, haces listas de verificación, te concentras en conseguir el objetivo y tienes un rol activo, estás en tu polaridad masculina.

      Cuando estás en la etapa del proceso creativo y disfrutas con la lluvia de ideas, cuando piensas en todo lo que puede pasar desde una perspectiva general, cuando escuchas y te abres a sugerencias de mejora, estás en tu polaridad femenina.

      En este artículo nos centraremos en la polaridad femenina; en el segundo, explicaré las características de la polaridad masculina; en el tercer artículo, veremos un paralelo entre las dos polaridades para que identifiques en qué momento estás en una o en otra y en el cuarto artículo profundizaré sobre algunas ideas y ejercicios para armonizar lo femenino y lo masculino.

      Características de la polaridad femenina o vital

      Circular: si tuviésemos que pintarla, la polaridad femenina sería un flujo de amor circular. Es curvilínea. Se deja llevar y cambia según los ciclos. Y aunque a todos nos influyen los ciclos de la naturaleza, a la polaridad femenina en un cuerpo de mujer aún más.

      Creativa: lo femenino es creativo, es esa parte nuestra que juega e imagina, que conecta con una lluvia de ideas y con la inspiración para encarnar y dar vida tangible a un hijo, un proyecto, una iniciativa, una obra de arte, etc.

      Intuitiva: la intuición, esa guía que todos llevamos dentro, esa capacidad de ver el aspecto interno de las cosas y de ver más allá, es femenina. Nos habla a través de impulsos físicos, viscerales, auditivos y visuales. Se comunica también por medio de sueños, señales y cambios en el entorno.

      Receptiva: le polaridad femenina observa, escucha, huele, degusta y es capaz de identificar las emociones, los sentimientos y conectar. Cuando la incomodidad se apodera de ti y no sabes qué te pasa, es porque estás limitando tu polaridad femenina que te ayuda a conocerte mejor a través de las emociones.

      Colaboradora: la polaridad femenina comparte y se relaciona. Trasciende los límites del yo para conectarse con los demás. Es esa parte de ti que se abre y cuenta lo que te ha pasado a algún amigo/a; esa que comparte alegrías y comidas; esa que escucha, abraza y da una mano.

      Selectiva: lo femenino se basa en las emociones para seleccionar a quién recibe o rechaza. ¿Qué me hace sentir? ¿Seguridad, amor? Las emociones nos permiten filtrar a las personas con las que nos relacionamos y lo que nos pasa.

      Amorosa: la energía femenina recibe y da, es un océano de amor incondicional que no juzga. Crea vínculos amistosos, teje redes solidarias y sustenta cualquier relación. Abraza, acoge, acompaña, nutre.

      En desequilibrio

      Cuando la polaridad femenina siente carencia, busca llenarse y distraerse. Puede ser viendo series, comprando sin necesidad, comiendo sin hambre o teniendo sexo sin amor.

      Le polaridad femenina sin la masculina se siente sin apoyo, sin enfoque, sin propósito, es frágil e inestable y como resultado no tiene sentido de éxito.

      La inmadurez en la polaridad femenina se manifiesta en manipulación, incapacidad para tomar decisiones, celos, berrinches, mentiras, exigencias.

      Si solo trabajo con mi polaridad femenina me lleno de dudas; todo me queda grande; me afecta mucho el estado de ánimo de los demás; me cuesta decir no y delimitar mi espacio personal; me agoto porque me ocupo más de los demás que de mí; identifico mis emociones pero me pierdo en ellas; me cuesta expresar mis necesidades y deseos; me cuesta hacer realidad mis sueños y materializar mis ideas; necesito que alguien me oriente y me valore.

      Una mujer cuya polaridad masculina se expresa en exceso pierde su feminidad, su conexión con la tierra y con sus propios ciclos. Se desconecta de su intuición y se enfoca en el hacer, sometida al tirano interno que busca un sitio de reconocimiento en la sociedad.

      ¿Qué le aporta a un hombre desarrollar su polaridad femenina?

      Creatividad, sabiduría, intuición, la conexión con sus emociones y sentimientos profundos, la apertura de corazón, la fluidez en todo lo que hace, la flexibilidad para adaptarse a los cambios, la relajación y la paz interior.

      Un hombre que honra su energía femenina es amoroso, juguetón y tierno con las personas que ama y con la naturaleza. Su trabajo es valioso, inclusivo y tiene sentido porque está al servicio de la vida.

      El desarrollo de sus cualidades femeninas internas le da alegría, vitalidad, capacidad de gozo y erotismo. En las relaciones amorosas, vive el compromiso y la entrega sin perder la libertad. Es feliz, ama y se siente amado.

      ¿Cuáles de estas características tienes más activas?

      Hoy te invito a tomar consciencia de tu polaridad femenina.

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      Referencias

      Carmen Enguita, pionera en sexualidad alquímica, el equilibrio entre la polaridad femenina y masculina

      Francisco Fortuño, creador de hombresevolucionantes.com

      María Gabriela Santini, fundadora de la Escuela de sexualidad y espiritualidad

      Sylvia Briceño Aranguren, creadora y anfitriona del congreso virtual Juntos somos invencibles

      Represión y tabú: Cómo nos condicionan desde la infancia

      Adiós, niña buena. N.M. Parga

      Desde que nacemos, cual semillas de posibilidades, nos cuadriculan en la forma de pensar, ser, sentir y hacer de la sociedad y la familia a las que pertenecemos. Sin darnos cuenta, nos volvemos copias. A mí me educaron para ser una niña buena, con todo lo que eso implica. Llevo años sintiendo que no encajo en ningún molde, que a ratos llevo puesta una camisa de fuerza. —Adiós, niña buena.

       

      ¿Te has sentido así? Dentro de un molde en el que no encajas o como una langosta en crecimiento que necesita romper el caparazón, mudar de piel y cambiar de agua.

      Decirle adiós a la niña buena es decirle adiós a distintas formas de represión externa y de autocensura. Es liberarse de creencias limitantes en un proceso de toma de consciencia que requiere honestidad y valentía. Implica revisar el discurso, las nociones y las prácticas con las que defines quién eres, qué decides y dónde quieres estar. Decirle adiós a la niña buena es ser la persona que quieres ser y no lo que otras personas esperan que seas.

      Esa camisa de fuerza no nos deja expresarnos como quisiéramos. Está basada en los patrones de pensamiento que heredamos en familia, de manera consciente o inconsciente. Y nuestra familia es un hilo de ese tejido modelador que es la sociedad, con su cultura, política e historia.

      Esa camisa de fuerza también está tejida por distintas formas de poder (patriarcal, disciplinario, neoliberal) que han aparecido en la historia y que siguen existiendo yuxtapuestos.

      «El poder patriarcal del siglo XVIII es un poder soberano, una autoridad vertical que da muerte y controla la producción. El poder disciplinario del siglo XIX es horizontal y controla los cuerpos libres, la reproducción y la vida. El poder neoliberal del siglo XX y XXI es mercantil y mediático. Controla a los consumidores y modifica la estructura de los seres vivos con prótesis tecnológicas, como la píldora anticonceptiva», afirma Paul Beatriz Preciado.

      Michel Foucault, el filósofo e historiador francés, en su Historia de la sexualidad, relacionó la represión con el “biopoder”, “el arte de gobernar los cuerpos libres”. Es decir, todas las políticas económicas, geográficas y demográficas que establece el poder para el control social.

      Y el poder se ejerce, a veces, de forma sutil. Controlando nuestros cuerpos, controlan nuestra vida. Nos estandarizan, nos fragmentan, nos someten. Y cuando hablamos del control del cuerpo, hablamos de todo lo que implica la sexualidad.

      ¿Qué es la sexualidad?

      La sexualidad es mucho más que el sexo y el sexo es mucho más que el coito. La sexualidad es tu propio modo de vivir el hecho de ser mujer, hombre o transexual, tu manera de situarte en el mundo, mostrándote tal y como eres.

      La sexualidad es un aspecto central del ser humano. Abarca el sexo, las identidades, los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas y relaciones interpersonales.

      La sexualidad es un universo complejo en el que interactúan factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

      Las cuatro características de la sexualidad son: el erotismo, la vinculación afectiva, la reproductividad y el sexo genético y físico. —Organización Mundial de la Salud.

      La sexualidad es más que el sexo y que el erotismo. No son sinónimos. También abarca la sensualidad, la maternidad, la paternidad, la lactancia, la menstruación, el climaterio (menopausia) y el placer.

      El placer es poderoso. El placer es vital. El placer nutre nuestra creatividad y expansión. Nos hace sentir bien. Nos motiva. Por eso lo cercenan. Sin placer perdemos vitalidad y poder. Sin placer somos manipulables.

      La energía del placer expande la consciencia. — Sylvia de la Luz.

      Y una forma de sentir placer es gracias al sexo. La energía sexual es la energía fundamental que da vida y de la muerte. Sin sexo ni tú ni yo hubiéramos nacido. El sexo crea vida y nos hace sentir vivos. Es grandioso cuando es una expresión de amor, de comunión y de intimidad. La energía que se expresa en el sexo es creativa, sanadora y vital. Mejora la autoestima y la salud.

      Solo cuando se reprime se degenera en perversiones, psicosis y crímenes sexuales. Y se ha reprimido desde Adán y Eva.

      Represión y tabú: ¿Cómo nos condicionan desde la infancia?

      Condicionar es hacer depender algo de alguna condición. Es crear un hábito y un patrón de respuesta restringido.

      La cultura nos condiciona en nuestra forma de ser desde que nacemos. Es un tejido que nos posibilita convertirnos en “algo” dentro de ciertos límites. Nos condicionan a pequeña y gran escala, en lo privado y en lo público. En el ámbito doméstico (familia, pareja); en el colegio, en la universidad, en la oficina, en el museo, en el barrio, en la ciudad, en los medios de comunicación, etc.

      También heredamos y perpetuamos creencias falsas. Creemos que nuestro sexo, expresión y orientación sexuales son naturales y no lo son. Son construcciones sociales, culturales y políticas.

      Lo cultural se enfrenta a lo natural. Cultural es el antibiótico que elimina las naturales bacterias. Cultural es sembrar trigo donde no estaba destinado a nacer. Cultural es que no tengamos descendencia con nuestros progenitores, cosa que en la naturaleza nada lo impide. El sexo entre humanos no es natural, es cultural, afirma Valérie Tasso.

      Nos condicionan y verifican con ideales, nociones y con etiquetas que nos hacen válidos y aceptados o rechazados y excluidos. Ideales como ser una persona normal y sana, una mujer decente. Nociones como la orientación y las diferencias sexuales.

      Por ejemplo, la noción médico jurídica “heterosexual” surgió en el siglo XIX. Y apareció como orientación sexual contraria a otras consideradas patológicas. En el siglo XIX también aparecieron las nociones de deficiencia y discapacidad.

      El objetivo era equiparar sexo y reproducción. Es decir, fomentar la reproducción de los “no patológicos”. En particular: heterosexuales, blancos, de clase media, sanos, afirma el filósofo Paul Beatriz Preciado.

      Y hemos integrado a tal punto estas nociones que nos identificamos a nosotros mismos por nuestra orientación sexual como heterosexuales, homosexuales y bisexuales.

      En el siglo XIX también se separó la reproducción de la satisfacción y no para poner en valor el placer, sino para cercenarlo. Por lo que la mujer “ideal” de la época victoriana solo debía tener relaciones sexuales con fines reproductivos. Esto generó un estallido de casos de “histeria” y la consecuente creación del vibrador como utensilio de terapia médica.

      Además, a mayor represión del placer corporal en una sociedad, mayor violencia. Esto lo demuestra un estudio del neurólogo norteamericano James W. Prescott titulado Placer corporal y origen de la violencia (Body pleasure and the origins of violence) publicado en el Atomist Scientist de noviembre de 1975. (*)

      La libertad sexual de la mujer, la unión madre-criatura, el placer corporal en la
      infancia (caricias, besos, abrazos, cuidados, masturbación) y la libertad de relaciones sexuales en la adolescencia son necesarios para una cultura de paz.

      La represión comienza en casa

      Vida contenida en una jaulaNuestra forma de entender la sexualidad es aprendida. Y, como explicó Jung, hay un inconsciente colectivo que todos compartimos.

      En casa aprendemos una escala de valores que sanciona ciertos comportamientos y preferencias, que evalúa las experiencias. Por lo que nos permitimos, o no, experimentar prácticas nuevas. Dicha escala de valores no viene predeterminada sino que la vamos construyendo, modificando a medida que vivimos.

      En casa nos condicionan cuando nos educan para ser “buenos/as”. Es decir, cuando nos enseñan a obedecer, a callar y a complacer para ser “normales”, aceptados y queridos por nuestra familia. Las etiquetas implican toda una serie de restricciones y de verificaciones que varían según el clan y el contexto social, económico y cultural.

      Para amoldarnos, las niñas aprendemos a bajar nuestro nivel de vitalidad. “Estate quieta, permanece sentada, sé buena”. La mente doblega al cuerpo. En los colegios se nos sienta en sillas, quietos durante muchas horas al día. Eso hace la ruptura entre cuerpo y mente. Se nos pide que seamos asexuales. Jugamos con muñecas que no tienen genitales. Nosotras tampoco nos miramos ahí. Ese espacio ya no nos pertenece. Pertenece a la honra de la familia, a la pareja, al ginecólogo. ¿Cuántas mujeres meten sus dedos en sus vaginas? Y así perdemos las conexiones neuromusculares y dejamos de sentir. —Mónica Felipe-Larralde.

      En casa y en la calle escuchamos frases que juzgan, descalifican y limitan: «Los genitales huelen mal». «Es una guarrada». «Las chicas buenas no hacen eso». «De esto no se habla en público». «Una mujer decente no manifiesta su interés sexual ni toma la iniciativa». «Las madres deben amamantar a su bebé en privado». «El sexo anal es de homosexuales». «Los hombres no lloran». «Las mujeres no se masturban». «Calladita estás más bonita». «No hables, no toques ni pienses en sexo»…

      Otra forma de represión doméstica es no llamar a las cosas por su nombre. Al no llamar a los órganos sexuales por su nombre, estamos ocultándolos. Al esconderlos damos el mensaje erróneo de que tienen algo de “malo, indecente, sucio e innombrable”. Damos a entender que nos da vergüenza. Y desde la infancia asociamos ciertas partes del cuerpo como vergonzosas.

      La libertad empieza llamando a las cosas por su nombre. —Eve Ensler, autora de Los monólogos de la vagina.

      Entre los siete y los nueve años, los niños deberían ser capaces de nombrar todas las partes del cuerpo incluyendo los genitales (vulva, labios, clítoris, vagina, pene, testículos, glande, uretra, ano…). También deberían reconocerse gracias a la autoexploración, la observación y el juego.

      La autoexploración sucede de manera espontánea y va muy unida a la curiosidad. Para los niños esto no tiene nada de malo/morboso, porque no juzgan, hasta que un adulto les hace sentir “malos o sucios” por tocarse aunque sea en privado.

      Al no permitir o al juzgar la exploración del propio cuerpo estamos truncando el conocimiento, la curiosidad y la conexión física para sentir placer.

      Y todo lo que está prohibido decir o hacer se convierte en algo inaceptable, en tabú. En torno al tabú aparecen falsas ideas relacionas con aquello que se trata de evitar. Veamos tres ejemplos.

      Tabú # 1: la masturbación

      Muchas personas tienen la creencia infantil de que si se masturban pierden la capacidad de desear. Es justo lo contrario. Con la práctica no perdemos la capacidad, la incrementamos.

      “Todo el mundo sabe masturbarse”. Pues no. Esta es otra falsa creencia. La masturbación también se aprende. Algunos con un “sobresaliente”; otros, con un “está progresando adecuadamente”. Depende de nuestra morfología, del grosor de la piel, de la habilidad y del permiso que nos demos para gozar. Y como es tabú, en lugar de enseñar a masturbarnos nos cohíben.

      Nos trasmiten creencias erróneas, falacias moralistas que pueden llegar a perjudicar nuestra salud. Así, una sesión de “autoamor y autodescubrimiento” se convierte en tabú. Y en esto, la religión tiene mucho que ver.

      En el catolicismo la masturbación es pecado. En el judaísmo, está prohibida. Los musulmanes la consideran un mal menor. El budismo desaconseja esta práctica porque considera que el deseo es una causa del sufrimiento. El hinduismo dice que masturbarse es decisión propia.

      En una familia donde la represión sexual es muy alta, las jóvenes no se exploran, reciben mensajes negativos sobre su sexualidad y en consecuencia, algunas pueden llegar a tener vaginismo sin haber vivido ningún abuso, afirmó la fisioterapeuta sexual Tania Manglano en un encuentro en la Fundación Entredós.

      Mientras las religiones prohíben la masturbación, los sexólogos la prescriben como tratamiento.

      Y los terapeutas alternativos recomiendan que “no vayas al punto”. Es decir, que estimules todo tu cuerpo, descubras tu mapa erótico y te des un homenaje sin prisas. Y en lugar de masturbación hablan de sesión de autoamor o autotoque amoroso en la que elevas la energía de tu primer y segundo chakra hasta el séptimo y más allá. Una práctica que te relaja y te conecta con tu divinidad, en lugar de dejarte “más-turbado”.

      Tabú # 2: la menstruación

      Todo lo referente a la menstruación es aún tabú en la mayoría de los países. En India e Irán el 48% de las niñas no sabe nada acerca del período, según UNICEF. Esto es dañino para la salud física, psicológica y mental de esas niñas que no comprenden lo que les pasa y se sienten “sucias, aisladas y no válidas”.

      Hay silencios que sanan y hay silencios que dañan. Con respecto a la sexualidad, lo más sano es compartir información y experiencias que nos ayudan a conocernos mejor y a entender lo que nos sucede. Esto nos permite tomar mejores decisiones y evitarnos dolores.

      Contarnos cómo lo estamos viviendo es necesario. Con la tecnología y el ritmo actual de vida, estamos perdiendo eso que se genera en grupo cuando hablamos y compartimos experiencias de vida.

      Los mayores dolores con relación al ciclo menstrual (aquellos que nos son patologías) tienen que ver con el silencio, con la ignorancia y con la representación del papel de género que va actualizándose o cambiando con el tiempo.

      Hablar de sexualidad humana es hablar de la esencia misma del ser humano. —Maurice Merleau Ponty, filósofo.

      Las mujeres somos cíclicas y cuando cuidamos nuestra alimentación, tiempos de descanso y actividades diarias, nuestros ciclos se acoplan a las fases de la luna y se hacen indoloros. Y cada fase tiene características distintas, cambios de humor y niveles de energía. Saberlo ayuda a organizar la agenda de actividades y a priorizar.

      El tabú de la menstruación también desvaloriza la sangre menstrual, la considera un desecho. Y no lo es. Las mujeres cazadoras-recolectoras de la antigüedad la utilizaban para curar las heridas y para fertilizar la tierra. La sangre menstrual contiene células madre, un componente con alta capacidad de regeneración de tejidos corporales. Por eso la usan en laboratorios de criogenética para curar enfermedades celulares como la leucemia o el cáncer.

      Tabú # 3: la virginidad

      Virgen es el estado de una persona que no ha mantenido relaciones sexuales, que no ha sido explorada y que por tanto está intacta. Y una joven intacta puede tener el himen roto por causas distintas a las sexuales (ejercicios violentos, caídas, etc.). Por tanto, equiparar la virginidad con el estado del himen es una falacia.

      Además, se suele relacionar la virginidad con la castidad. En algunas culturas y religiones se pide que las personas lleguen vírgenes al matrimonio. Por ello, promueven la castidad que es la virtud de dominar los instintos sexuales para orientarlos hacia un crecimiento espiritual. Esta abstinencia sexual se ve amenazada por la lujuria, la masturbación, la fornicación, la pornografía y la prostitución.

      Y aunque las costumbres están cambiando, la idea de virginidad es aún una presión social, una forma de verificación que aprueba o excluye. Por ejemplo, una mujer que haya tenido varios novios —y, presuntamente, relaciones sexuales con todos ellos— antes de los veinte años en un país de América Latina tendrá pocos pretendientes “serios”. Demostrar que eres una buena chica es esencial si quieres casarte.

      El tema de la honra y la virginidad ha dado para muchas novelas. “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez muestra el absurdo al que puede llegar una familia para «limpiar la honra» de una mujer que no llega virgen al matrimonio.

      Todos tenemos tabúes. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Qué te permites y qué no? ¿En qué te fijas? ¿Qué te estás perdiendo? ¿Qué quieres repetir? ¿Qué necesitas? ¿Cómo vives tu sexualidad? ¿Quieres liberarte de alguno de tus tabúes?

      Tabú y represión van de la mano. En contextos políticos y sociales y psicoanalíticos, reprimir implica la pretensión de impedir un comportamiento o de castigarlo. En todos los contextos, la represión se ejerce desde un ámbito de poder, público o íntimo.

      A grandes rasgos, vivimos en una sociedad jerárquica en la que una minoría que tiene el poder decide sobre la educación, la economía, la sanidad, la seguridad, la alimentación, etc. Vivimos en la sociedad de la desinformación por saturación (infoxicación) que distorsiona la percepción de la realidad. Una sociedad donde la cultura se ha masificado para consumir entretenimiento y diversión de manera fácil y rápida.

      Vivimos en una sociedad consumista, del úsalo y tíralo, donde todo tiene fecha de caducidad, incluso las relaciones personales. Una sociedad donde la orientación sexual, los miedos, los tabúes y los placeres son usados para explotar un nicho de mercado.

      También vivimos en una sociedad que está cambiando. Hay grupos de personas cuyo nivel de consciencia está aumentando de manera exponencial. Y todos tenemos la posibilidad de parar, reflexionar y decidir antes de actuar. De ser más conscientes del momento presente.

      El tabú termina cuando rompemos el silencio y la censura y nos abrimos al diálogo, a ver lo mismo desde otra perspectiva. En una sociedad patriarcal, las mujeres que se conocen, se aman y se respetan a sí mismas están generando la transformación.

      Respetarnos en una sociedad que nos insulta veinte veces al día es lo más valiente que podemos hacer: contra el patriarcado, la ternura es una herramienta brutal. —Judith Duportail, autora de «El algortimo del amor».

      Puedes vivir la sexualidad que quieres, no la que el sistema nos vende. Y aunque la cultura en la que has crecido haya marcado tus valores y modificado tu cuerpo, puedes soltar lo que te pesa y quedarte con lo que te permite avanzar más a gusto. Liberarte de todas esas capas te permitirá conectar con tu verdadera esencia.

      Nos han domesticado para que busquemos el amor afuera cuando ya somos amor. Eres una consciencia lista para brillar. ¿Te tomas el tiempo para indagar cuál es tu propia naturaleza?

       

      Referencias

      N.M. Parga, Adiós, niña buena, Amazon, 2018.

      Paul Beatriz Preciado, la sexualidad es como las lenguas, se pueden aprender varias. El País.

      Estudio sobre el contenido de la sangre menstrual

      (*) Textos disponibles escritos y compartidos por Casilda Rodrigañez Bustos.

      Sexualidad: 5 curiosidades históricas

      árbol de la esperanza

      Óleo sobre lienzo, «Mujer, árbol de la esperanza», N.M. Parga 2017

      La sexualidad humana es un tema amplio y complejo cuya comprensión, conceptos y costumbres van cambiando según la época, la cultura y la modificación de nuestra propia escala de valores.

      Veamos algunos ejemplos en distintas épocas de la historia que nos muestran prácticas y expresiones distintas a las actuales y que tal vez no conozcas.

      Sabías que…

      Las sacerdotisas del templo de Ggantija en la isla de Gozo, Malta, iniciaban a los jóvenes en el arte amatorio 3600 años antes de Cristo. Y los sacerdotes iniciaban a las jovencitas. Eran clases prácticas de erotismo y sexo.

      Vivían en comunidad pacífica y honraban a la naturaleza de distintas maneras. Una de ellas eran los rituales de fertilidad donde mujeres y hombres podían mostrar su sensualidad y tener relaciones sexuales con personas distintas a su pareja habitual. No se practicaba la posesión ni la exclusividad y el sexo fuera de una relación era permitido si así se acordaba.

      Hoy, Malta es uno de los cinco países en el mundo que prohíbe y penaliza el aborto en cualquier caso. En la actualidad, hay algunas tribus en África donde estos rituales de fertilidad se siguen practicando.

      Comportamiento viril, preferencias eróticas y nociones

      La noción médico jurídica “heterosexual” es del siglo XIX (1868). Su origen tiene la función de establecer desde la clínica una orientación sexual contraria a otras consideradas patológicas. El objetivo era regular el sistema que une sexo y reproducción en el capital.

      Antes del siglo XIX no se clasificaba a la gente por su orientación sexual. Por ejemplo, los antiguos griegos y romanos no catalogaban a la gente por sus preferencias sexuales. Y practicar el sexo con hombres y mujeres no estaba mal visto. Era parte de sus costumbres.

      Sí diferenciaban lo que para ellos caracterizaba lo femenino y lo masculino. Miraban la forma de expresar los sentimientos, de moverse, de afrontar los conflictos, de ser dominante o sumiso. Y cualquier hombre «afeminado» era castigado con la burla y el desprecio por no cumplir con la idea de lo viril que debía ser un macho.

      En cambio, un hombre «viril» podía mantener relaciones sexuales con otros hombres siempre y cuando estos fueran más jóvenes y actuaran como receptores. Ellos no lo consideraban una patología.

      Y aunque tenían la costumbre de estas relaciones para pasárselo bien, solo podían casarse con mujeres, quienes administraban la casa y les daban hijos.

      Hoy hay países donde se penaliza la homosexualidad, el adulterio, el aborto y la sodomía. Esta es una forma totalitaria de control sobre los cuerpos que se salen de la norma establecida.

      Ahora nos complicamos con una cantidad de categorías y etiquetas en un intento por respetar la diversidad y buscar la igualdad y la equidad en la desigualdad de condiciones.

      Ya no hablamos solo de hombre o mujer. Ahora toca tener en cuenta la identidad de género, el sexo biológico, la expresión del género y la orientación sexual.

      Entonces una persona por su sexo biológico puede ser: hembra, macho o intersexual (hermafrodita).

      Por su orientación sexual puede ser: heterosexual, homosexual o bisexual.

      Por la expresión de género puede ser: femenina, masculina o andrógina.

      Por su identidad de género, una persona puede estar conforme con su sexo biológico (cisgénero) o no estar conforme con su sexo biológico (transgénero). El término «transgenerismo» engloba las distintas identidades de género que no están conformes con su sexo biológico. En esta categoría entran los travestis. La tercera opción es sentirse identificada con ambos géneros o con un género no binario. Estos son los genderqueers o intergéneros.

      Y aunque la expresión de la diversidad y el reconocimiento de la pluralidad son necesarios, todas estas nociones, como la de la diferencia sexual, han sido usadas por el aparato biopolítico para verificarnos, clasificarnos, aceptarnos, excluirnos y dividirnos.

      ¿Queremos seguir identificándonos con términos del siglo XIX?

      ¿Te has dado cuenta de las nuevas tendencias y neolengua?

      El arte románico erótico

      Por si no lo sabías, el arte medieval románico amoroso muestra un alto contenido sexual en las iglesias cristianas del siglo XII.

      Sí, el arte religioso adornaba el exterior de innumerables iglesias con pinturas y esculturas eróticas e incluso explícitas. La mayoría de ejemplos se encuentran al sur de Cantabria y al norte de Palencia y Burgos, en España.

      Tres hipótesis distintas dan una explicación a este hecho. La primera afirma que exponer escenas eróticas en el exterior de las iglesias era una forma de avisar contra los pecados de la carne y su correspondiente castigo.

      La segunda teoría afirma que la sociedad medieval era más liberal que la actual en lo referente al sexo. Los conceptos morales eran distintos y la represión sexual era menor. Para ellos las escenas eróticas eran cotidianas, hacían parte de las costumbres normales y no tenían necesidad de ocultarlas.

      Una tercera teoría sostiene que las escenas eróticas en el exterior de las iglesias tenían como objetivo estimular las relaciones sexuales y con ello contribuir al aumento de la reproducción. En esa época, la mortalidad infantil era muy alta y la esperanza de vida era muy baja. De alguna manera había que estimular el crecimiento de la población.

      El masaje genital y la histeria

      El masaje genital fue el remedio médico para aliviar el “útero ardiente” o «histeria femenina» desde la antigüedad.

      Galeno, importante médico del siglo II, escribió que la histeria era una enfermedad causada por la privación sexual en mujeres particularmente pasionales. La palabra histeria viene del griego hystera que significa útero.

      El tratamiento para calmar los síntomas era el masaje genital. Un médico o una comadrona masajeaba la zona genital de la mujer hasta que esta llegara al “paroxismo”, que en realidad era un orgasmo.

      Cansado de masturbar manualmente a sus pacientes, el médico británico Joseph Mortimer G. patentó el primer vibrador electromecánico en 1870. Durante los primeros años, el vibrador solo tuvo una connotación médica. Después, con la aparición del porno, cambió el concepto de su uso y al entenderse como un objeto relacionado con el placer, se hizo menos visible. Casi tabú.

      Es importante recalcar que fue en el siglo XIX cuando se planteó el conflicto entre el sexo como reproducción y como satisfacción. Y no para poner en valor el placer sino para condenar cualquier práctica sexual no reproductiva. En la época victoriana, la mujer «ideal» solo tenía sexo para reproducirse lo que hizo caer en picado la tasa de fecundidad. Este ideal influyó en la insatisfacción sexual de muchas mujeres, lo que aumentó la demanda de tratamientos contra la histeria.

      La histeria era un diagnóstico donde caía cualquier estado que no se podía identificar fácilmente. Esto cambió e incluso la histeria desapareció como diagnóstico médico cuando el psicoanálisis profundizó en el estudio de la mente y en los trastornos de conversión.

      Hoy existen expertos en masaje corporal completo con distintos enfoques. Unos se centran en el masaje con el fin de llegar al orgasmo y existen sitios donde puedes pedir masajes a la carta.

      Otras personas tratan este masaje como una terapia, ya no contra la histeria, sino para sanar emociones de patrones inconscientes repetitivos que han cristalizado en forma de pequeñas bolitas en la zona genital e ingles. Los masajes ayudan a disolver estas tensiones, así como ayudan a identificar otros bloqueos propios y heredados.

      ¿Quieres saber más sobre este tema? En el capítulo 41 de Adiós, niña buena, Sara, la protagonista, explora esta posibilidad.

      El origen de la palabra feminismo

      La palabra feminismo fue inventada en 1871 por un especialista en tuberculosis francés que escribió un tratado sobre la feminización de los hombres que al sufrir de tuberculosis, pierden las características masculinas. A estos hombres les salían pechos, se les agudizaba la voz y se les caía la barba.

      Así que la palabra feminismo aparece por primera vez como un significante médico sobre una patología de hombres tuberculosos en el siglo XIX.

      Después, el hijo de Alejandro Dumas, un escritor sarcástico y panfletario, usa la palabra feminista (tuberculoso afeminado) para referirse a los hombres que defienden la causa y los derechos políticos de las mujeres de su época durante el movimiento sufragista en Francia.

      Feminista era el hombre «afeminado» que defendía la causa de las mujeres en la esfera pública del siglo XIX, afirma el filósofo, investigador y catedrático transgénero Paul Beatriz Preciado autor del «Manifiesto contrasexual».

      La palabra feminismo encierra la noción de un horizonte de transformación política y cultural. Sin embargo, la idea del feminismo también ha sido usada para enfrentar a mujeres y hombres, aunque todos hemos sufrido las consecuencias de una dominación feudopatriarcal.

      Ahora la tendencia está cambiando hacia el transgenerismo y las teorías Queer. Se habla de «personas menstruantes, gestantes, lactantes» en lugar de mujeres. Los hombres, por mucho que se operen y se hormonen, no menstruan, no pueden gestar ni parir ni amamantar.

      ¿Es esta una nueva manera de invisibilizar a las mujeres?

      Y ojo, desde organizaciones internacionales, se está fomentando la normalización de la pedofilia en centros educativos. La psicóloga clínica especializada en psicopatología Ariane Bilheran lleva años denunciándolo.

      ¿Te sorprende?

      Son solo cinco ejemplos de costumbres, conceptos y expresiones de la sexualidad en distintas épocas y culturas que nos permiten relativizar un poco y entender que nuestras ideas y prácticas son social, política y culturalmente construidas.

      Y te lo recuerdo porque se nos olvida la historia o nos la han contado de manera sesgada.

      Somos el efecto de un borrado sistemático de los saberes subalternos sobre el cuerpo. —Paul Beatriz Preciado.

      Te propongo que conectes con tu sabiduría interior y te preguntes qué te hace sentido, qué sientes verdadero, qué creencias falsas identificas y sueltas.

      ¿Qué opinas? ¿Lo sabías? ¡Déjame un comentario!

      ¡Gracias!

       

      Referencias

      Arteguías, el enigma del arte románico erótico.

      Bilheran, Ariane, Préserver l’innocence des enfants – A. Bilheran avec le Dr Régis Brunod, 9-nov-20

      Lichtenfels, Sabine, «Temple of love». Ed. Verlag Maiga. Alemania. 2011.

      N.M. Parga, «Adiós, niña buena», Amazon, 2018.

      Preciado, Beatriz. Presentación «La muerte de la clínica«. (Minuto 41- 47).

      Tasso, Valéri, Mujerhoy.com ¿Por qué hay hombres «heteros» que se resisten al sexo anal?

      Terapia de masaje genital, Innana massage

      Una mujer que se ama a sí misma

      Una mujer que se ama a sí misma

      Mujer: somos la esperanza. Óleo. N.M. Parga

      Nos hemos desvalorado con patrones de pensamiento heredados.

      Nos han dicho que somos el sexo débil. Miden nuestra belleza en colores, kilos y tallas. Han dudado de nuestras habilidades intelectuales.

      Nos han impedido el derecho al voto y el acceso a la educación. Nos es casi imposible llegar a puestos de poder. Nos pagan menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo.

      Nos acosan. Nos violan. Nos matan. Las leyes no nos protegen lo suficiente. Incluso durante una época se nos consideró seres asexuados, relegados a la satisfacción del macho y a la reproducción.

      Y todavía la ablación es una práctica común en más de 32 países. Al año, tres millones de niñas sufren esta tortura. Lo peor, es que la realizan mujeres.

      ¿Por qué? ¿Para qué?

      La potente sexualidad femenina

      Algunas personas piensan que nos reprimen más a nosotras porque nuestra sexualidad es más amplia y potente.

      Nosotras, a diferencia de los hombres, tenemos clítoris cuya única función conocida es la de proporcionar placer sexual. Nosotras no tenemos período refractario durante el sexo y podemos tener múltiples orgasmos sin perder energía.

      Nosotras somos vehículo de vida porque gestamos a nuestros hijos y creamos proyectos vitales. Nosotras nutrimos el cuerpo y el alma. Amamantamos, primero. Alimentamos, después. ¡Hasta nuestra sangre menstrual es fertilizante!

      Nosotras tenemos más inteligencia y fortaleza emocional. Nosotras ofrecemos nuevos puntos de vista para el desarrollo de la ciencia y las humanidades, como lo demuestra una larga lista de mujeres ejemplares. Y eso es muy valioso.

      Somos valiosas. Deberíamos estar orgullosas de decir: «Soy una mujer, en un cuerpo de mujer y me encanta serlo».

      Además, si mujeres equilibradas gobernaran no habría guerras. ¿Qué madre enviaría a la muerte, a la tortura y al sufrimiento en vano a un hijo propio o ajeno? ¿Qué mujer utilizaría el cuerpo de otra mujer como arma de guerra? *

      Nosotras preferimos la colaboración a la competición. No tenemos que estar demostrando nuestra fuerza física, ni nuestro poder. Preferimos mostrar nuestras habilidades.

      Pero nos educan y nos moldean para que seamos obedientes, para que traguemos entero y no intentemos salirnos de la norma. Nos educan para que nos creamos lineales olvidando que somos cíclicas. Y, ¿quién impone esas normas? Una minoría masculina que traza los parámetros para la mayoría. Hombres y mujeres.

      Y aquí quiero recalcar que los hombres que aman a las mujeres (sean madres, hermanas, amantes, amigas, colegas…) están a favor de nosotras. No todos los hombres son depredadores, violadores, abusivos, etc.

      Dejar de enfrentarnos es un paso necesario para recuperar nuestro poder en tanto que seres humanos. Somos complementarios y en este mundo dual todos tenemos polaridades femenina y masculina, por eso mi propuesta es el equilibrio, la armonía de la energía.

      Cuidar los derechos de las mujeres no significa reducir los derechos de los hombres. Podemos vivir en equilibrio, equidad y paz.

      Además de enfrentarnos nos reprimen o mejor dicho: nos enfrentamos y nos reprimimos. Y la represión disminuye el valor natural y vital que tiene la sexualidad. Reprimir la sexualidad es una forma de quitarnos poder. Es una herramienta de manipulación y de desvalorización.

      La sexualidad es mucho más que el sexo y el sexo es mucho más que el coito. La sexualidad es tu propio modo de vivir el hecho de ser mujer/hombre/transexual, etc., tu manera de situarte en el mundo, mostrándote tal y como eres.

      ¿Te muestras tal y como eres?

      Adiós, niña buenaEmpoderarse significa ponerse en valor e influir en el mundo. «El poder personal es la capacidad que tenemos como mujeres de ser capaces de crear la vida que anhelamos, a través de una elección consciente de aquello que deseamos experimentar».

      Para conectar con nuestro poder personal hemos de liberarnos de miedos, mitos y culpas. Y eso es lo que hace Sara, la protagonista de Adiós, niña buena.

      Sara decide deshacerse de límites, prejuicios y creencias. Decide aceptar su cuerpo y darse permiso para gozar. Decide expresarse con libertad y pedir lo que quiere. En el camino, aprende a conocerse mejor y a amarse a sí misma.

      Paso a paso, Sara reflexiona sobre las relaciones de pareja, el matrimonio, la monogamia, la infidelidad y el poliamor para llegar a un nuevo equilibrio. Sara explora, entre otros temas, el masaje tántrico, los círculos de mujeres, el tantra, la terapia sexual de pareja, el cibersexo y los juegos de rol. Y lo hace desde la mirada curiosa de su niña interior.

      Sara aprende que es necesario ser dueña y protagonista de su propio placer, de su vida. Es decir, ser responsable de su sexualidad. Empezar por ella. Ser su mejor amante. Eso implica conocer el propio cuerpo, los deseos, fantasías, necesidades, bloqueos y límites.

      Y por supuesto, comete errores que son parte del aprendizaje, y vive experiencias placenteras y dolorosas que llaman su atención sobre la importancia de amarse a sí misma.

      Una mujer que se ama a sí misma

      Una mujer que se ama a sí misma, conoce sus límites, se respeta y se hace respetar. Se pone en valor y se compromete consigo misma. No acepta que la usen, humillen o maltraten. Se cuida. Se aprecia. Se acepta. Se da permiso para gozar. Toma decisiones y aprende de sus errores. Se hace visible. Se informa. Se forma. Crece en sabiduría. Cree en ella misma.

      ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información? — T.S. Elliot.

      Una mujer que se ama a sí misma sabe que no es una media naranja sino un ser completo y decide compartir o no su tiempo con otras personas llámense marido, pareja, hijos, amigos, padres, conocidos, compañeros de trabajo, etc. Una mujer que se ama a sí misma aprende del conflicto y se aleja de las personas y situaciones que le hacen daño cuando no las puede cambiar.

      Una mujer que se ama a sí misma, en una sociedad de represión moderada como la nuestra, recupera el poder que ha ido cediendo en otras personas e instituciones. Recupera la confianza en sus propias capacidades, decisiones y acciones. Se responsabiliza de los propios éxitos y de los errores necesarios para el crecimiento y el aprendizaje. Aprende a gestionar sus finanzas lo que le da independencia.

      Una mujer que se ama a sí misma se expresa con libertad, sin importar el qué dirán, y participa en el cambio social.

      No podemos modificar lo que ya ha sucedido. Aunque sí podemos escoger la propia actitud ante cualquier circunstancia. **

      Una actitud responsable, no guerrera. Luchar no es reivindicar. Creo que la lucha está sobrevalorada***. Nos enfrenta. Nos debilita. No es la solución. Hace parte del sistema jerárquico patriarcal, del divide y vencerás, del discurso bélico. Hace que pierdas el foco y que uses tu energía en atacar no en crear.

      Lo que sí funciona es tejer redes de solidaridad y sororidad. Compartir los aprendizajes y hacer eco. Transformar desde la creatividad, la colaboración y la educación. Hacer valer los derechos adquiridos.

      Se trata de recuperar nuestro propio poder, nuestra confianza e influir en el cambio de perspectiva a pequeña y gran escala desde hoy.

      Dentro de ti tienes un reloj biológico que late y vibra para que veas lo esencial y practiques todo lo que significa ser una persona que —de verdad— se ama y se valora a sí misma.

      Estas son algunas ideas. Me encantaría que compartieras en los comentarios otras formas de empoderamiento y amor propio. ¡Gracias!

      Referencias

      Parga, N.M. «Adiós, niña buena», Amazon, 2018.

      Ruiz Ruiz, Isabel, «Mujeres». Colección de libros ilustrados.

      Notas

      * Se calcula que un 1-2% de la población es psicópata, de la cual el 50% son mujeres.

      ** Parafraseando a Viktor Frankl.

      *** Creo que las palabras «luchar y lucha» podrían cambiarse por otros verbos y sustantivos más apropiados y enriquecedores. Las palabras que utilizamos son importantes y definen nuestra cosmovisión.

      Las palabras: ¿el mejor estímulo sexual?

      Las palabras son importantes, ¿lo sabías?

      palabrasLas palabras tienen tono, volumen, temperatura, textura. Pueden acariciar o pueden herir. Pueden alegrar o entristecer, abrir o cerrar. Hay palabras que nos hacen temblar, que nos llegan al corazón. Hay palabras que nos encienden y otras que nos apagan. Hay palabras amorosas, respetuosas que nos acercan; otras cargadas de fastidio, desprecio y envidia que nos alejan.

      «Gracias», «por favor», «me gustas», «lo siento», «te quiero», «¿por qué no?» son palabras llave. Abren puertas y almas.

      La vida que albergan tus palabras te dice que tipo de persona eres […] Nuestra manera de hablar refleja nuestra manera de ser. —Luis Castellanos.

      Al expresar tu amor y deseo, ¿te entienden?

      Las palabras, cuando son habladas van acompañadas de miradas, gestos, movimientos, presencia corporal, olor, ruidos, pausas, atención o desinterés y todo esto comunica un mensaje que puede ser sincero o incoherente. Y muchas veces no nos damos cuenta de que decimos una cosa pero con nuestro cuerpo damos una información distinta. Cuando esto pasa, no resultamos creíbles y nos mal interpretan. El cómo nos expresamos, la comunicación no verbal, y el contexto influyen en la comprensión del mensaje.

      A veces somos sinceros y no resultamos convincentes porque no nos estamos comunicando en el mismo nivel sensorial (visual, auditivo, kinestésico) de la persona con quien interactuamos. De nuestros cinco sentidos hay uno o dos con los que nos expresamos más y cuyos estímulos percibimos mejor.

      Visual: Las personas más visuales necesitan ver para creer, y cuando hablan suelen decir: “ya veremos”, “qué panorama”, “no me digas que me quieres, demuéstramelo”, «lo veo claro», «sin sombra de duda».

      El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada. —Gustavo Adolfo Bécquer.

      Auditivo: Las personas más auditivas prestan mucha atención al tono, volumen y calidez de la voz. Dicen: «me suena», «te escucho». Necesitan oír una voz convincente que diga: “te quiero”, “me gustas”, “te lo recomiendo”, “perdóname”.

      Kinestésico: Las personas kinestésicas necesitan el tacto, la velocidad, el movimiento, la temperatura y la textura en sus relaciones y aprendizajes. Se expresan a través de la experiencia en sí misma. Dicen: «esto huele mal», «es una razón de peso», «creo que no te sigo».

      Los estímulos sensoriales están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. También en la sexualidad y el amor. Y a ti, ¿qué te hace sentirte amada/o?

      Podría ser ver el interés, el deseo y el aprecio en la mirada o el comportamiento del otro. Pasar tiempo juntos y sentir que esa persona hace cualquier cosa para estar contigo. Que te diga que te ama de cierta manera. Sentir el contacto físico.

      Podemos demostrar el amor y el aprecio con miradas, regalos, preparando una cena deliciosa. Con palabras, llamadas, mensajes de texto. Con caricias, masajes, besos, intimidad y sexo. Compartiendo tiempo juntos. Con tu presencia y atención.

      A veces somos sinceros pero no nos hacemos entender. Un caso real:

      Ana es auditiva. Necesita que le pidan las cosas de cierta manera. Su marido, Pedro, es kinestésico y habla poco. Prefiere la acción y el contacto. Por la noche, cuando ambos llegan del trabajo, Ana le da a Pedro un beso en la boca dos segundos más largo de lo normal. Pedro interpreta esto como una señal de ganas y le mete mano. Ella se siente agredida y le dice:

      —¡Así en frío no, chico, es como si me estuviera metiendo mano el frutero. Pon música, enciende una vela, dime algo bonito. —Resopla—. ¡Parece que ya no me quieres!. —A él le molesta el comentario, se siente rechazado y responde de malas maneras.

      —¡Claro que te quiero! —Y ella, por supuesto, no le cree del todo. Y si además a él le cuesta hablar, la relación se resquebraja.

      ¿Qué está fallando aquí? Falta expresar el estímulo adecuado para producir la sensación y facilitar la comunicación efectiva. ¿Te ha pasado? ¿Qué estímulos necesitas para creértelo?

      Y uno de los estímulos más importantes y esclarecedores es la palabra.

      Di lo que piensas, pide lo que quieres

      Pedir lo que te gusta y escuchar lo que le gusta a tu pareja es clave para el placer de ambos y mejora la relación.

      Imagina que estás en la peluquería. Te están lavando la cabeza y el agua está hirviendo. Puedes comunicarlo de diferentes maneras:

      1. Lo dices.
      2. Haces un gesto de dolor y te apartas.
      3. Lo dices, haces un gesto de dolor y te apartas.

      ¿Cuál crees que será más efectiva? La tercera porque utilizas todos los medios para reforzar el mensaje.

      Lo mismo pasa en la cama cuando te molesta o te apetece algo en concreto. Susurrar cosas como: «Umm», «Aah», «Uy», «Oh», «Sí», «Uf» no es hablar y se presta a confusión. Recuerda que somos distintos y que también lo somos durante el sexo. Es mejor pedir lo que quieres en lugar de esperar a que tu pareja lo adivine.

      Cuando hablas con tu pareja de lo que te gusta y de lo que no, puedes elegir expresarte de manera directa o indirecta.

      Directa: «Creo que nos vendría bien hablar de nuestra sexualidad como hablamos de cualquier otro tema, las vacaciones, la repartición de tareas domésticas, etc.».  Es mejor comenzar por lo positivo, por decirle lo que más te gusta, lo que hace bien. Ya después y con cariño puedes comentar lo que te gustaría cambiar.

      Indirecta: Por ejemplo, si quieres practicar el spanking. «He leído en una revista que cuando se azota el culo durante el sexo la intensidad del orgasmo crece, ¿por qué será?». Después de escuchar su respuesta podrías añadir: «Podríamos probarlo la próxima vez, a ver si es verdad».

      Claves para verbalizar tus preferencias

      Ten claro qué quieres decir, cuándo y cómo quieres decirlo.

      Lo mejor es expresar lo que quieres en voz alta, de manera clara y con respeto. Si solo recurres a los gestos, gemidos o le pones la mano donde quieres que te toque, tal vez la otra persona no lo capte. Llama a las cosas por su nombre.

      Es mejor hablar de estos temas en momentos tranquilos, sin interrupciones, sin enfados, sin cansancio. Puede ser después de ver una peli en casa, durante el desayuno o la cena un fin de semana, durante un paseo o un día sin prisa.

      Es más fácil empezar con comentarios positivos. Después, dile lo que te gustaría hacer o lo que preferirías dejar de hacer. Por ejemplo: Me gustaría que me susurraras al oído lo que me vas haciendo. Me gustaría que me dieras un masaje por todo el cuerpo antes de. Preferiría que no me buscaras sexualmente después de una discusión. Preferiría que no me chuparas la oreja.

      Cómo usar las palabras para subir la temperatura durante el sexo

      Da instrucciones precisas

      «Succióname más fuerte, así, sí», «prueba a ir un poco más rápido o más suave, mira de este modo —y en ese momento, sobre su mano, le haces el movimiento a la velocidad y con la presión que deseas—».

      «Hazme, besa, acaricia, chupa…».

      «Quiero tu… en mi… ahora».

      Cuéntale cuánto te gusta y cómo te hace sentir

      Nos encanta sabernos deseados y muchos nos sentimos inseguros con nuestros cuerpos.

      Prueba con: «Mmm, me encanta»,

      «qué sexi eres»,

      «cómo me excita tu…»,

      «quiero… contigo».

      Habla sucio

      Puedes decir palabras obscenas o subir la temperatura sin utilizar un lenguaje soez. Es una cuestión de gustos.

      Practica a solas: Si nunca lo has hecho, es más fácil empezar por practicar a solas y en voz alta mientras te masturbas. Fíjate cómo te sientes y qué te excita. Irás soltándote y tomándote el pulso.

      Literatura erótica: Otra opción es leer juntos alguna escena de una novela erótica. Hay toda una gama de estilos y de escenas: poética, sutil, explícita, pornográfica. Te recomiendo «Adiós, niña buena«, por supuesto.

      Tantea: Puedes medir la temperatura inicial con una pregunta: ¿Qué quieres que te haga?

      Empieza con frases sencillas y naturales. Utiliza tu propio estilo. Al comienzo usa palabras suaves y a medida que la cosa se pone más caliente vas subiendo el tono para decir y escuchar guarrerías. Si eso es lo que prefieres.

      Describe lo que haces durante el sexo. Dile lo que vas a hacer o lo que está sucediendo como: «siento tus dedos dentro de mi cuerpo y me encanta».

      También puedes relatar alguna fantasía que tuviste o un recuerdo de algo vivido juntos que te excita.

      Ten en cuenta el factor sorpresa. Si siempre usas las mismas palabras y haces lo mismo, se convierte en una rutina y pierde su encanto.

      Aclara los límites. Si una palabra te parece muy fuerte o si tu pareja está siendo brusca, díselo con tacto. «Prefiero que me digas…» o «me está doliendo…».

      Recuerda que es mejor pedir lo que quieres y decir lo que prefieres antes de esperar a que la otra persona lo adivine o te mal interprete por no hablar.

      La palabra es un estímulo sexual. ¿El mejor? Eso lo decides tú.

       

      Referencias

      De Béjar, Sylvia, Tu sexo es tuyo, Editorial Planeta, Barcelona, 2011.

      Parga, N.M. Adiós, niña buena, Amazon, 2018.

      Robbins, Tony, Poder sin límites, Penguin Random House Ed. Barcelona, 2015

      Roca, Nuria; Sexual-mente, Espasa Libros, Madrid, 2007.

      Traba, Raquel; Higón, Beatriz, Los placeres de Lola, Santillana Ediciones, Madrid, 2008.

       

      Sexualidad plena y Adiós, niña buena: ¿cómo surge la idea?

      La portada que aparece bajo estas líneas es la de mi novela Adiós, niña buena, a la venta en Amazon desde el 14 de noviembre de 2018. La puedes adquirir en papel y en ebook en esa plataforma, por email o en mis talleres y eventos.

      Adiós, niña buena

      Ilustración: N.M. Parga – Diseño de portada: Jean Assemat

      Esta novela romántica adulta lleva detrás el trabajo de más de dos años que empezó con una idea, con un «¿qué pasaría si…?

      ¿Qué pasaría si…?

      ¿Has leído El gozo de existir?, tal vez recuerdes que en el segundo capítulo, el del ictus, narro la experiencia mística que tuve tras la segunda cirugía a cráneo abierto.

      …me relajé y el calor subió de mis pies a mi pecho […] atravesé un agujero negro y del otro lado no había ruido, ni dolor ni frío. Me expandía libre como un gas en una mezcla infinita de amor, paz, bienestar y un inmenso gozo de existir.

      Esta experiencia mística (orgasmo cósmico, nirvana, despertar de Kundalini, alucinación debido a la anestesia) o como quieras llamarlo, fue el origen de la idea. Fue una experiencia maravillosa que yo viví de manera espontánea, y que también es posible gracias a la meditación, al yoga Kundalini o al sexo tántrico.

      Entonces, me pregunté: ¿Qué pasaría si Sara, la protagonista de la historia, se atreviera a probar algo que nunca antes había hecho? ¿Qué pasaría si ella quisiera sentir un orgasmo cósmico? ¿Qué pasaría si, gracias a un círculo de mujeres, ella decidiera vivir su sexualidad de una manera distinta? ¿Qué pasaría si gracias a la sexualidad también pudiéramos ampliar la consciencia? ¿Qué pasaría si decidiera decir adiós a la niña buena, salirse del molde y quitarse las etiquetas?

      Sinopsis de Adiós, niña buena

      Sara lo tiene todo: una pareja estupenda, una hija maravillosa, un trabajo que le gusta y un problema: la gula. A sus cuarenta años se ha cansado de ser una niña buena y se siente atrapada en la rutina. Gracias a sus amigas del círculo de mujeres y a Katy, la sexóloga, abrirá su mente y su cuerpo a nuevas experiencias, y descubrirá que nunca es tarde para gozar de una vida sexual plena.

      Un viaje a Lanzarote y un encuentro inesperado, la llevarán a debatirse entre lo correcto y la transgresión, entre la seguridad y la aventura, entre el amor duradero y la pasión efímera. ¿Se atreverá Sara a cruzar la línea? ¿Dirá adiós a la niña buena?

      Hablemos de sexo…

      Let’s talk about sex, baby. Let’s talk about you and me. Let’s talk about all the good things and the bad things that may be… Salt-N-Pepa.

      Que pasaría si… tejiésemos una acogedora red para compartir confidencias y anécdotas, sin temor a dejar salir lágrimas y risas, con el corazón en la mano.  Una red donde la naturaleza —femenina y masculina— aflorara sin miedo ni vergüenza. Un espacio de encuentro en el que cada silencio, cada mirada, cada gesto de conexión significara: «sé lo que es y te acompaño» o «no lo he vivido y te respeto».
      Un ambiente así —de escucha atenta y sin juicio—, sea en un círculo de mujeres, en un taller de sexualidad o en pareja, abriría nuestra mente y nuestro corazón a nuevas posibilidades, y eso es lo que descubre Sara, la protagonista de Adiós, niña buena.
      Aún en una sociedad moderna del siglo XXI, nos quedan algunos tabúes sexuales y bastante por aprender. La sexualidad —que es mucho más que el sexo—, es la base de nuestra vida. Sin ella no hubiéramos nacido.
      Con Adiós, niña buena quisiera ampliar la visión de la sexualidad, facilitar el diálogo para que algunos temas dejen de ser tabú y animar a otras mujeres para que se atrevan a vivir aquello que desean.
      Porque decirle adiós a la niña buena no es convertirse en mala. Es quitarse las etiquetas limitantes y atreverse a ser, a autoconocerse y a amarse. Es salirse del molde y dejar de complacer a otros.
      ¿Qué pasaría si conversáramos sobre nuestra sexualidad de manera abierta y natural? ¿Qué pasaría si escogiéramos el amor en lugar del temor? ¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que nuestra energía sexual es la energía creadora de la vida?
      Sexualidad plena, placer
      Adiós, niña buena es una historia que nos invita a retomar ese diálogo con nosotros mismos o en pareja, con un enfoque de curiosidad, respeto y autoconocimiento. Es una semilla de consciencia, en el gran terreno de la sexualidad y del amor propio.
      Sensual, abierta, amena, Adiós, niña buena, te invita a explorar tu sexualidad, tu placer y tus sentidos a través de un amplio abanico de posibilidades. También te invita a conocerte, a amarte y a dejar de juzgar.

      ¿Quieres probar?

      Referencias

      Compartiendo experiencias sobre decirle adiós a la niña buena con María Paula de La Naturaleza de Maps. Abril de 2023. Testimonio:
      ❤️ «La lectura de «Adiós, niña buena» tocó las fibras de mi corazón, fue trascendental para mí, y fue muy importante en mi proceso de autoconocimiento, para identificar y dejar de ser esa niña buena, para quitarme capas y creencias limitantes. También me ayudó a identificar los tabués de la sexualidad que tenía por cómo fui criada, y a practicar el poder de decisión de la mujer libre que soy. Leer y compartir esta novela en el círculo fue transformador y me gustaría que más mujeres lo supieran y lo vivieran». —María Paula H.

      Adiós, niña buena, está a la venta en Amazon . También me puedes escribir a escritora@nmparga.com si quieres que te la venda en directo (España).

      Soy una autora autoeditada.

      Si has leído la novela, te agradezco que me dejes un comentario, una reseña, una opinión aquí.

      ¡Muchas gracias!