Me amo, me cuido, todo tiene sentido

¿Qué significa amarme mí misma?
Me amo, me cuido cuando me escucho.
Conecto con mi cuerpo y sus mensajes.
En las entrañas, mi instinto y sus cantares.
El corazón que salta, vibra y late.
Mi garganta que a veces calla,
y a veces canta lo que siento.
Pide aquello que necesito.

me amo y me cuidoEs amor
estar con quien quiero,
allí, en donde puedo ser más
y hacer menos.

Me amo, me cuido, me lo merezco.
Doy, comparto, respeto.
También disfruto recibir.
Me sienta bien descansar,
dejarme mimar, que me traten bien.
¡Basta ya de complacer!

Me amo cuando establezco límites para la convivencia.
Sin dominar, sin dejarme pisar.
Me amo cuando digo: «Ahora no» y «basta ya».
Sé hasta dónde puedo llegar y cuánto puedo dar.
Porque si me extralimito, me enfermo.
Por eso, conozco mis ritmos, mis ciclos y los respeto.

Como toda persona, soy digna de amor.
Me arreglo, me miro, me gusto.
Me relajo, sin tensar el cómo.
Me regalo un paseo por la playa,
un café con mis amigas,
la lectura de un libro,
un rato a solas conmigo.

Me acepto tal y como soy.
Sin exigencias, sin condiciones, sin castigos.
Soy amable y paciente conmigo.
Soy un ser completo, una semilla de posibilidades.
Y me lo creo.
Así recreo una mejor versión de mí misma.

En cualquier circunstancia, estoy en el lugar y momento preciso.
Manejo mi espacio personal y mi tiempo.
Asumo las consecuencias de mis actos.
Y cuido con cariño mis heridas.

Hago los cambios necesarios para que mi vida me guste.
Sin forzar situaciones o personas.
Voy más allá de mis miedos.
De lo más banal, a lo más trascendente,
cuando me amo, me cuido, todo tiene sentido.

Ama y atrévete a ser quien eres

ManosNirvana¿En cuántas ocasiones te han dicho: «Ámate a ti mismo»? A veces, para entender un mensaje, debemos escucharlo con frecuencia y de diferentes personas. Necesitamos oírlo de distintas maneras para poder asimilarlo. Así somos los seres humanos.

 

Cada cual escucha, ve y entiende lo que quiere o necesita en un momento determinado. En otras palabras, «resonamos».

Tras haber estado al borde de la muerte, llegué a la conclusión que el amor me había salvado. Además, sentí que la gratitud me había ayudado a sanar más rápido.  Y me pregunté: «¿Qué significa amarme a mí misma?»

 

El gozo de existir

Por eso decidí compartir mi testimonio en El gozo de existir. Donde cuento los pasos en el camino que fui descubriendo al andar. Algunos mensajes podrán hacerte sonreír, llorar o reflexionar.

No pretendo decirle a nadie qué hacer ni cómo vivir su vida. Tampoco es necesario sufrir un ictus o el acoso moral para tomar consciencia y liberarse de ataduras mentales. Sin embargo, creo que todo lo que nos sucede, pasa por algo y nos lleva a ser quienes somos.

Desde mucho antes de mi ictus, yo había decidido seguir un camino espiritual personal fuera de cualquier religión o ideología. Había iniciado el proceso de toma de consciencia, que aún continúa. Después, decidí escuchar mi corazón y la voz de mi intuición en cada momento. Decidí fluir y ser fiel a mí misma para disfrutar mi vida y amar más y mejor.

En estos días, leí Morir para ser yo de Anita Moorjani y amplié mi consciencia al respecto. Por eso me gustaría destacar algunos de nuestros aprendizajes y mensajes. Aclaro que la experiencia cercana a la muerte de Anita fue mucho más consciente, amplia y reveladora que mi nirvana. Sin embargo, ambas experiencias nos han abierto los ojos.

 

«Deberíamos estar muertas, pero seguimos vivas»

Para empezar, eso tenemos en común Anita y yo. También nos recuperamos más rápido de lo «normal».  Ella tuvo una remisión espontánea del cáncer de linfoma que arrasó su cuerpo dejándola en coma. Mi recuperación tras la hemorragia cerebral y dos cirugías a cráneo abierto fue milagrosa.

 

Diferencias que enriquecen

A pesar de estar en coma, Anita fue consciente de todo mientras moría y tenía una claridad mental impresionante. Yo no me di cuenta de que me estaba muriendo. Además, tras despertar del coma me falló la memoria durante dos semanas.

Anita tuvo una experiencia cercana a la muerte y fue consciente de todo lo que sucedía a su alrededor. Era capaz de sentir lo que sentían los demás mientras su cuerpo estaba muriendo. Se comunicó con la presencia de su difunto padre y de su mejor amiga. Incluso se vio a sí misma en vidas paralelas y simultáneas. Y llegó a la conclusión que Dios es un estado de ser.

A lo largo del libro, ella menciona varias razones para su curación. Por ejemplo, la total ausencia de creencias y pensamientos le permitió a su cuerpo reiniciarse.

 

Anita decidió volver a su cuerpo

Durante su experiencia cercana a la muerte supo que sanaría en cuestión de días. Supo que el miedo la había enfermado y que ahora sería capaz de vivir sin miedo.

La clave de mi curación fue el amor incondicional hacia mí misma, que eliminó mis miedos, afirma Anita Moorjani (p. 203).

En cambio, creo que no decidí seguir viviendo. Siento que esa energía infinita, ese amor incondicional, me devolvió a la orilla de esta vida. Me rendí y dejé que el amor se hiciera cargo de mí. Eso me salvó.

Además de la historia personal, Anita comparte su profunda comprensión de la realidad tras su ECM, por lo que recomiendo la lectura de su libro. Para mí ha sido una revelación y una alegría ver escritas en sus palabras una versión de mis aprendizajes.

Anita, gracias por recordarnos que ya somos lo que necesitamos ser. Gracias por animarnos a expresar nuestra singularidad sin miedo.

Puntos en común

Ambas decidimos escribir nuestras experiencias y aprendizajes para compartirlos con quienes quieran leer y escuchar. Las dos comprendimos que nuestras enfermedades eran parte de nuestra razón de ser, de nuestro propósito. Y nos sentimos profundamente agradecidas por una segunda oportunidad.

Vida contenida en una jaulaLas dos tomamos consciencia del estado de expansión sin los límites de los cinco sentidos que perciben el tiempo de forma lineal. Razón por la cual ella habla del cuerpo como confinamiento y yo le llamo la jaula.

Al experimentar el estado maravilloso de la vida sin un cuerpo, las dos perdimos el miedo a la muerte. Ambas quisimos quedarnos en ese estado indescriptible de amor, bienestar y gozo. En ese estado del ser en el que no hay pensamientos.

Ambas nos preguntamos: ¿Quién soy? ¿Para qué he nacido? ¿Cuál es el sentido de esta vida? ¿Qué significa ser yo misma?

Las dos seguimos aquí para transmitir un mensaje y vivirlo. Todos somos amor y somos capaces de disfrutar el regalo de la vida sin miedo.

 

Aceptación y confianza

Aprendimos a aceptar

La aceptación es el estado en donde ocurren los cambios más positivos. Cuando aceptas, permites que todo sea tal como es. El universo nos da solo aquello para lo que estamos preparados y cuando lo estamos. Eso significa aprender a vivir en la incertidumbre para abrirse a nuevas posibilidades.

Me acepto cuando me permito ser yo misma y vivir plenamente. Me permito sentir lo que me molesta y lo que me gusta, sin luchar. Acepto mis sentimientos y pensamientos negativos y los dejo ir.

Acepto que todo pasa por una razón. Me pregunto ¿para qué?

Algunos hechos o personas son bendiciones, otros son lecciones.

 

Aprendimos a confiar

La aceptación y la confianza van de la mano. Somos parte de una sabiduría mayor que ya está en cada uno de nosotros. La clave es permitir que nos guíe, nos proteja y nos de todo cuanto precisamos para nuestro bienestar y felicidad. Es soltar y dejar ser.

Cada momento alberga infinitas posibilidades. Lo que sucede es lo que tiene que pasar me guste o no. Y al llegar a este punto, me pregunto: «¿Qué es lo que no veo aún?

Todo lo que es para mí llega a mi vida sin esfuerzo, afirma Anita Moorjani.

 

Aprendimos que el cuerpo refleja el estado interno

Si creemos que lo externo tiene más poder sobre nosotros que lo interno, nos descentramos y enfermamos. Cada dolor, cada catarro, cada molestia es un mensaje de nuestra naturaleza a través del cuerpo.

Las respuestas siempre están en nuestro interior. ¿Desde cuando me sucede? ¿Hay algo que no haya salido como yo quería? ¿Qué me impide hacer este dolor? ¿Me trato con amor y respeto? ¿Me perdono? ¿Por qué me siento así?

La enfermedad no es un enemigo contra el que hay que luchar. Esta visión bélica está basada en el miedo. Y el temor es la causa del malestar. Así que al luchar contra la enfermedad estamos alimentando la energía que la ha producido: el miedo.

Al contrario, los síntomas son la forma que el cuerpo utiliza para curar un problema más profundo. La enfermedad es un mensaje. Por eso te digo: Deja de luchar y cambia el cha,cha,cha. Tal vez si escuchas el mensaje y haces los cambios necesarios, los síntomas remitan en cuestión de días.

 

Ama y atrévete a ser quien eres

Nacemos completos como semillas de posibilidades. Cada uno tiene una posición y un propósito singular en el tejido de la vida. ¿Qué nos impide ser lo que somos? Hemos nacido para aprender a expresar nuestra propia esencia que es amor.

Lo único que tenemos que hacer es permitir lo inesperado. Permitir que las cosas sucedan. Cada cual permite o limita cuanto quiere que entre en su vida.

El propio acto de aceptarme y permitirme sentir sin juzgarme es un acto de amor por mí misma, dice Anita (p. 215).

Ser yo misma es centrarme. Es reconocer mi lugar en el universo y sentir mi conexión con todo lo que existe. Como una gota en el océano, o un grano de arena en la playa. Más ser y menos hacer.

Atreverme a ser lo que soy implica estar donde, cuando y con quien quiero estar. Significa ser consciente de si mis decisiones están motivadas por el miedo o por el amor.

Supone dejar ir las creencias que ya no sirven. Soltar o liberar todo vínculo o apego con cualquier expectativa o resultado es curativo.

Amarse a uno mismo es conocerse, es reírse de los errores y poner límites.

Si escuchas a tu verdadero ser, cualquier camino que escojas será el correcto, afirma Anita.

 

¿Escuchas a tu verdadero ser?

¿Qué significa para ti amarte a ti mismo/a?

¡Ama y atrévete a ser quien eres!

 

Referencias

MOORJANI, Anita. Morir para ser yo (Dying to Be Me). Traducción: Puerto Barruetabeña. Madrid: Gaia Ediciones, 2012. (Original EE.UU: Hay House, Inc. 2012)

Claves y fases para recuperarse de un ictus

DCAAl año, los ictus o accidentes cerebro vasculares afectan cerca de 17 millones de personas en todo el mundo. Causan la muerte de seis millones. Y su aparición provoca más discapacidad y muertes prematuras que el Alzheimer y los accidentes de tráfico juntos. El tiempo, tanto en la detección como en el inicio de la rehabilitación, es clave para recuperarse de un ictus.

El ictus o accidente cerebrovascular, es un trastorno brusco de la circulación que altera una región determinada del cerebro. Puede producir lesiones cerebrales, y dejar secuelas funcionales.

Si has sufrido un ictus, o estás cuidando a un familiar, recuerda que:

No hay lesión cerebral lo suficientemente leve para ser ignorada ni lo suficientemente grave para pensar que no hay esperanza. -Hipócrates.

Posibles secuelas

Dependiendo del daño cerebral, se pueden presentar, a parte del dolor y las molestias propias a la cirugía, entre otras:

Acúfenos o tínnitus: es la percepción de ruidos (zumbido, tintineo, pitido) en el oído que no corresponden con ninguna señal acústica en el entorno.

Afasia: pérdida parcial o total de la capacidad de hablar como consecuencia de un trauma o de una lesión cerebral. La afasia no afecta sólo al habla, afecta a todas las áreas del lenguaje expresión, comprensión, lectura y escritura. Dependiendo del tipo de Afasia nos afectará a una u otra e incluso todas las áreas.

Disfagia: dificultad o imposibilidad de tragar.

Espasticidad: Se refiere a músculos tensos y rígidos.  Los reflejos son más fuertes o exagerados. La afección puede interferir con la actividad de caminar, el movimiento o el habla.

Hemianopsia: pérdida de la mitad, o parte, del campo visual.

Heminegligencia: dificultad para percibir y procesar los estímulos externos (espacial y sensitivo). Cuando el hemisferio derecho se daña, la persona desatiende lo que pasa por su lado izquierdo.

Hemiplejía: parálisis de un lado del cuerpo causada por una lesión cerebral o de la médula espinal.

Hemiparesia: disminución de la fuerza motora o parálisis parcial que afecta un brazo y una pierna del mismo lado del cuerpo.

Síndrome de enclaustramiento: (locked-in syndrome) la persona está alerta y despierta pero no puede moverse o comunicarse verbalmente debido a una completa parálisis de casi todos los músculos voluntarios en el cuerpo excepto por los ojos.

Trastorno cognitivo: trastorno mental que afecta a las funciones cognitivas, principalmente, la memoria, la percepción y la resolución de problemas. Como la amnesia, la demencia y el delírium.

Vértigo: es una sensación aparente de giro o movimiento, en la que la persona siente que gira o se mueve, o que el mundo está girando en torno a ella.

 

El tiempo, clave para recuperarse de un ictus

Según los especialistas, la recuperación depende de:

  1. El tamaño de la lesión.
  2. La zona en la que se haya producido.
  3. La velocidad de acción con que el neurólogo pueda tratar al paciente.

Así mismo, el tiempo, la intensidad adecuada y un equipo multidisciplinar durante la rehabilitación son factores clave para apreciar las mejorías.

Sean cuales sean las circunstancias, para recuperarnos de esta enfermedad, pasamos por distintas etapas.

 

Primera fase: aceptación y duelo

Pasada la sorpresa y el susto, entramos en una etapa en la que nos solemos preguntar los porqués. Es normal. De golpe, hemos perdido nuestra vida tal y como la conocíamos. De repente, nos convertimos en unos bebés dependientes.

Poco a poco descubrimos los trastornos que limitan los movimientos del cuerpo y la expresión de nuestras ideas y sentimientos. Desde leves secuelas hasta el síndrome del enclaustramiento.

Sí, suele ser doloroso para los pacientes. También es difícil para las personas que nos cuidan.

Además, estamos perdidos y no sabemos muy bien cómo proceder ni qué es lo mejor para nuestra recuperación.

Entre las recomendaciones iniciales, podemos enumerar:

1. Inclinar la cama unos 30-45 grados.

2. Al comer, llevarse bocados pequeños a la boca si no hay dificultades para tragar.

3. Tras el baño, secar muy bien las heridas y el cabello.

4. Caminar a menudo, si es posible.

5. Dormir y descansar. El ruido y la luz suelen ser muy molestos tras las cirugías.

Para mayor información mira esta guía de la Enciclopedia Médica MedilinePlus.

 

Segunda fase: volvemos a casa y ahora qué

Los médicos suelen dar una estimación del tiempo necesario para volver a llevar una vida «normal». Es decir, para recuperarse y acostumbrarse a las secuelas. En el mejor de los casos, ese proceso tarda entre seis meses a un año.

Cuando sales del hospital, te parece que un año es mucho tiempo. Pero cuando comienzas la rehabilitación, la fisioterapia y demás tratamientos, te das cuenta de que el tiempo vuela. Y sientes que no volverás a ser como antes.

A los cuatro meses y a los cinco años, suele haber una revisión con el neurocirujano. Al año, hacen una resonancia magnética con contraste, u otra prueba, para verificar que todo esté bien.

En esta etapa, buscas información en internet ya que los médicos suelen decir lo estrictamente necesario. Quieres saber por qué te ha pasado, qué hacer para recuperarte mejor, cuándo debes ir a urgencias.

A veces nos preocupa saber cómo diferenciar los dolores de cabeza y cuándo ir al médico. En general, si el dolor no se quita con analgésicos, si tienes fiebre o sangran las cicatrices, debes ir a urgencias.

En esta etapa, es muy importante el estado físico y anímico de la persona. Si ya sabes cuales son tus limitaciones, puedes ponerte pequeños retos y dividirlos en tareas.

Al comienzo cuesta. Pero poco a poco lo vas logrando, tal y como lo cuento en El Gozo de Existir.

La buena noticia es que con persistencia, paciencia y mucha determinación podemos volver a ser autónomos.

Habrá días mejores. Otros días nos sentiremos muy cansados y sin fuerzas. Cuando el cuerpo nos pida silencio y reposo, habrá que hacerle caso.

 

Asociaciones y centros de rehabilitación del daño cerebral

Esta información es para las personas que viven en España. Si vives en otro país, es recomendable que preguntes al personal médico (que te atendió o que atendió a tu familiar) cuáles son los centros de rehabilitación recomendados y las asociaciones de pacientes de referencia. Si no te responden, insiste. En Internet hay demasiada información y depurarla toma tiempo hasta dar con los centros y asociaciones más adecuados a nuestras necesidades.

APANEFA (Asociación del daño cerebral sobrevenido)

CEADAC (Centro de referencia estatal de atención al daño cerebral)

FEDACE (Federación española de daño cerebral)

SOMOS PACIENTES (Comunidad de asociaciones de pacientes)

CONVIVES Asociación sin ánimo de lucro para personas con espasticidad

 

Tercera fase: ya me siento capaz de retomar mi trabajo, mi vida

El 40% de las personas supervivientes de un ictus quedan con alguna discapacidad. Aún así, es posible reintegrarse al trabajo, aunque a otro ritmo.

Hay personas que se recuperan muy bien y sin secuelas. Muchas no quieren volver a hablar del tema.

Otras aprenden a sobrellevar las secuelas permanentes. Además, se adaptan o buscan tácticas y herramientas que hagan más fácil la realización de tareas sencillas.

A veces, el superviviente se plantea retos deportivos. Como correr una maratón, hacer el Iron Man o participar en una competición de ciclismo.

También hay quienes deciden compartir su experiencia a través del arte. Ya sea escribiendo un libro, pintando y participando en charlas.

Es esta etapa, la mayoría de las personas trata de cuidarse mejor. Porque quien ha sufrido un ictus tiene mayor riesgo de volverlo a padecer.

Uno de cada cinco afectados por ictus recae a los tres años, según la Sociedad Española de Neurología.

No obstante, esta enfermedad se puede evitar con hábitos saludables. Además, prevenir el ictus es posible si se conocen y controlan los factores de riesgo.

Recomendaciones para recuperarse de un ictus y evitar su reincidencia:

El 50% de los ictus son prevenibles, por eso ten en cuenta:

  1. Seguir una dieta saludable, rica en frutas y verduras. Baja en sal y en grasa.
  2. Hacer ejercicio con regularidad.
  3. Evitar el tabaco.
  4. Limitar el consumo de alcohol.
  5. Equilibrar los factores de riesgo personales (peso, tensión, azúcar, colesterol).
  6. Reducir el nivel de estrés.
  7. Controlar las cardiopatías, en concreto, la fibrilación auricular.
  8. Evitar el consumo de pastillas anticonceptivas.

Sabías que…

Los accidentes cerebro vasculares son la primera causa de mortalidad femenina en España. También duplica el número de muertes por cáncer de mama.

Y su aparición provoca más discapacidad y muertes prematuras que el Alzheimer y los accidentes de tráfico juntos. Por lo cual representa el mayor gasto sanitario.

Al año, el ictus:

  1. Afecta cerca de 17 millones de personas en todo el mundo.
  2. Causa la muerte de seis millones.
  3. Es la primera causa de incapacidad.
  4. Será la epidemia del futuro, ya que según los expertos, lo sufrirán una de cada seis personas.
  5. Es la primera fuente de donantes de órganos para transplantes.

Más del 30% de las personas que sufren un ictus fallece, y el 40% de los supervivientes quedan con alguna discapacidad, según la Sociedad Española de Neurología.

Una reflexión para terminar

Si crees que la vida es una lucha y que hay que combatir la enfermedad, sentirás mucho cansancio y los altibajos de la victoria y la derrota. Pero si el enfoque bélico te funciona, allá tú.

Creo que no se trata de luchar contra el ictus, sino de superarlo como en una carrera de obstáculos de distintos tamaños y variadas dificultades.

Además, si aceptas la enfermedad como un mensaje de la vida a través del cuerpo lo llevarás mejor. Es una llamada a la humildad, a vivir el presente, a ver lo que aún no ves.

La aceptación te permite entender para qué ha sucedido. Porque todo pasa por una razón.

Cada persona decide vivir la enfermedad como un castigo o como un regalo.

Tú puedes escoger ver la dificultad como una oportunidad de aprendizaje.

Mucho ánimo tanto si te estás recuperando como si estás cuidando a un familiar dependiente.

Cuando cambias la forma en que miras, las cosas que miras cambian. – Dr. Wayne Dyer.

¿Cómo llevas tu recuperación o la de la persona que estás cuidando?

¡Gracias!