Taller: Siente y vibra

Los seres humanos estamos más desconectados de nuestros cuerpos de lo que creemos. Nos protegemos con corazas para que la vida no nos duela y así, sin darnos cuenta, también anestesiamos el placer, la creatividad y la alegría.

Esas corazas también nos dificultan escuchar y entender los mensajes del cuerpo, que nos susurra y llama nuestra atención de distintas maneras.

Para vivir una vida plena, necesitamos quitarnos las corazas (bloqueos, máscaras, creencias limitantes), como hacen las langostas y como Sara, la protagonista de Adiós, niña buena.

Siente y vibra

Es un taller de bienestar y de consciencia del propio cuerpo en formato círculo de mujeres que comparte algunos ejercicios, técnicas e ideas básicas para calmar la mente y volver a conectar con el cuerpo, prestando atención al centro vital y creativo femenino que es el útero.

Gracias a afirmaciones positivas y a la práctica de posturas sencillas, respiración, movimiento, sonido y meditación lograremos esa reconexión con nuestro cuerpo y con nuestra paz interior.

Este taller de bienestar está dirigido a mujeres que quieran relajarse y conectar con su cuerpo a través de los sentidos y de su consciencia corporal.

Ejes temáticos:

  1. Acepta: Amarnos a nosotras mismas empieza por aceptarnos tal y como somos y reencontrarnos con la energía de nuestro cuerpo. Darle valor y atención.
  2. Vibra: Vamos a habitar el cuerpo aquí y ahora. Conectaremos con nuestro chakra base y a ejercitar los músculos del periné al ritmo de la respiración y la vibración del sonido.
  3. Siente: La vida es movimiento. El agua que se estanca se pudre. Así que vamos a mover nuestras aguas internas.
  4. Suelta: Deja ir aquello que ya no eres, lo que no te sirve. Haz hueco para que lo nuevo entre en tu vida. La respiración es la clave. Suelta y confía.

Beneficios:

  • Profundizarás en el autoconocimiento de tu cuerpo y de tus emociones.
  • Aprenderás técnicas para relajarte con atención plena en el momento presente.
  • Te llevarás recursos y ejercicios para seguir desarrollando tu amor propio y sabiduría femenina.
  • Aprenderás a relajarte y a conectar con el útero.
  • Recordarás cómo relacionarte con tu cuerpo desde el respeto y la escucha.

Próximo taller:

Fecha: A acordar con las personas interesadas.

Lugar: online

Aportación consciente.

Plazas limitadas.

Para garantizar la reserva de la plaza será necesario abonar el pago.

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    ¡Me encantaría compartir esta experiencia contigo!

    Autoconocimiento: escucha tu cuerpo y tus emociones

    Escucha tu cuerpo

    Acuarela, N.M. Parga

    Nuestro cuerpo nos permite encarnar la vida; la hace visible, tangible, vibrante. No tenemos una vida, somos vida expresada a través del cuerpo.

    Y la sabiduría de la vida le da a nuestros cuerpos mamíferos la capacidad de sanarse y regenerarse en todos los planos.

    Además, estamos diseñados para el gozo. El dolor es una señal de aviso. Por eso, hoy quiero recordarte el maravilloso poder que tenemos dentro.

    Autoconocimiento: escucha tu cuerpo

    El cuerpo nos habla a través de sonidos, movimientos, dolores, placeres, pálpitos, corazonadas, retortijones, punzadas, vibraciones, calores, fríos, temblores, sarpullidos, etc. Nos abre o nos cierra. Y si no le escuchamos, si no gestionamos nuestras emociones, se enferma.

    Esa enfermedad es un mensaje que debe ser atendido no un enemigo contra quien luchar.

    Volver a sentir con atención plena es la clave para conectarnos con nuestro cuerpo e identificar las sensaciones corporales de las emociones.

    Por ejemplo, con el enfado y la excitación sentimos calor, la cara enrojece y se acelera el corazón. La tristeza da frío, duele y hace que caigan las facciones. Temblamos de miedo o de deseo. La timidez y la vergüenza empequeñecen. El terror paraliza y nos deja sin aire. La ansiedad presiona el pecho, da mareo y ganas de comer sin hambre. La seguridad abre el tórax y nos agranda. El enamoramiento da la sensación de caminar sin tocar el suelo y nos hace suspirar. La atracción produce mariposas en el estómago, afloja las rodillas y nos convierte en flan. La gratitud es un bálsamo que relaja los músculos del cuerpo, agranda los ojos y alarga los labios en una sonrisa.

    ¿Qué sientes tú? ¿Qué es ese pinchazo bajo el esternón? ¿Por qué se te revuelven las tripas? ¿Qué emoción hay detrás de un dolor? ¿Y ese sudor frío en la nuca?¿Qué te produce tortícolis? y esas ganas de abrazar a todo el mundo… ¿lo has sentido?

    Y el deseo, ¿qué despierta tu deseo? ¿Te abruma lo que sientes? ¿Prefieres no sentir nada a sentir demasiado? ¿Te permites sentir placer? ¿Qué te produce satisfacción?

    Y, ¿cómo te sienta lo que haces? ¿Cómo reacciona tu cuerpo con tu diálogo interno? ¿Te has dado cuenta de cuáles son los pensamientos que te incomodan o molestan? ¿Cómo puedes cambiar tu punto de vista para que tu diálogo interior sea más amoroso contigo mismo/a?

    Siéntete. Te lo mereces. Toma un tiempo cada día para estar contigo y mirar hacia adentro, lejos de tantos estímulos externos. Poco a poco irás expandiendo tu consciencia y tu conocimiento propio.

    Un truco: RESPIRA PROFUNDO. Prestar atención a la respiración es la mejor herramienta para conectar con el cuerpo y es la base de la meditación.

    Identifica tus creencias y patrones para desencajar

    Nuestra familia nos transmite de manera consciente e inconsciente lo que está permitido y lo que no. Hay alianzas, hay que ejercer un rol y cumplir mandatos (flexibles y rígidos, explícitos o tácitos) o no hacerlo. Con castigos y recompensas aprendemos a encajar.

    La sociedad nos condiciona con ideales, nociones y etiquetas que nos califican de válidos y aceptados o de rechazados y excluidos.  Y todo lo que no queremos ser va a nuestra sombra. Esa sombra se refleja en el espejo que nos muestran las personas a nuestro alrededor.

    Así que cargamos con un montón de creencias, patrones y prejuicios que pesan y atan. Estos afectan nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Además, se relacionan con nuestra escala de valores. Por eso te invito a escribir la lista de tus creencias y a reflexionar cómo te están limitando o potenciando. Si no sabes cuáles son, aquí comparto algunos ejemplos relacionados con la sexualidad:

    «Los hombres no lloran». Los hombres sí lloran y son capaces de expresar sus emociones.

    «Las mujeres no se masturban». Las mujeres sí se masturban. El autotoque amoroso es la base del autoconocimiento físico.

    «Parirás con dolor». Parirás con placer. En cuclillas y en el agua, acompañada por una matrona experta, por ejemplo.

    «La menstruación duele». Cuando conozco y respeto mi ciclo menstrual siento los cambios de mi cuerpo y de mis emociones en cada fase sin dolor.

    «La sangre menstrual da asco, es un deshecho». La sangre menstrual tiene células madre, fertiliza la tierra y regenera la piel y los tejidos.

    «Los genitales huelen mal». Cada cuerpo tiene su olor propio que depende de varios factores, entre ellos, la alimentación.

    Terapia Sexitiva, de Sergio Fosela, nos enseña que los miedos a mostrar nuestra sexualidad, nuestro placer y nuestra excitación tal y como la sentimos, provoca un olor característico a ocre (puede confundirse con el olor a pescado).

    Recuerda que para cambiar patrones y creencias hay que potenciar el verdadero ser. Eso es amor propio, autoconocimiento y lealtad a ti. ¿Qué estás tolerando, soportando o permitiendo en tu vida por encajar? ¿Quieres salirte de ese molde?

    Abraza tus emociones para crear realidad

    Las emociones son energía en movimiento y viven dentro de nosotros el tiempo que se lo permitamos. Algo externo (un olor, una palabra, un gesto) puede detonar una emoción dentro nuestro y es nuestra responsabilidad identificarla, gestionarla y transformarla para crear realidad. Quien logra hacerse cargo de sus emociones está haciendo un gran trabajo para sí y para quienes le rodean.

    El cuerpo tiene su propia sabiduría. La sabiduría de cada célula del corazón y de las tripas, nuestra intuición, es más rápida que la razón. Son nuestras emociones las que nos llevan a tomar decisiones en milésimas de segundo. Por eso es tan importante mirar hacia adentro y abrazar nuestras emociones.

    Todas las emociones son necesarias y nos hacen humanos. De todas podemos aprender. Tal vez nos enseñaron a no llorar, a tragarnos el enfado, a callar. Eso es represión y enferma. Por algún lado tienen que salir todas esas emociones que han sido censuradas.

    Huir de lo que sentimos no es la solución. Comer sin hambre y distraerse son las formas de huída y de consumo más usadas. Refugiarse en la comida, irse de compras, ver una película o la televisión es mucho más fácil que enfrentar ese malestar interno e intentar llegar a la causa.

    ¿Qué nutre mi malestar? ¿Cómo lo estoy alimentando para que siga vivo?

    Si no lo has hecho aún, es hora de abrazar tu tristeza y más que llorar, llover. Sácala de ti en un espacio seguro. Abrázala y abrázate hasta la última gota. Permite que tu niño/a interior se exprese sin juzgar y en paz. Y recuerda que volverá a aparecer, como la lluvia. Y las lágrimas, como la lluvia, limpian.

    Es hora de mirar a la cara a tu enfado y arder hasta que se consuma. Siente ese calor que te quema por dentro y respira. Escríbelo, desahógate y quémalo. Ese fuego te dice quién eres y cómo quieres vivir. Es una luz en el camino que te indica la dirección a seguir.

    Escucha tu voz. La interna, que es la intuición y la externa que vibra y hace eco en el mundo. El sonido es creación. ¿Qué estás creando con tus palabras? ¿Qué persona quieres ser? Si sigues actuando como lo estás haciendo, ¿vas a convertirte en esa persona?

    Acuarela: Eres un bosque, N.M. Parga

    Escúchame bien, tu cuerpo no es un templo. Los templos pueden ser destruidos y profanados. Tu cuerpo es un bosque con árboles de robustas copas, dulces y perfumadas flores silvestres brotando por entre la madera. Tú volverás a crecer de nuevo, una y otra vez. No importa cuantas veces te hayan devastado. @arboloba

     

    De corazón a corazón te pido: vuelve a ti. Escúchate. Conócete. Ámate.

    Por favor comparte consciencia. ¡Muchas gracias!

    Referencias:

    Thich Nhat Hanh, Prendre soin de l’enfant intérieur. Reconciliation. Healing the inner child. Ed. Pocket, 2014.

    N.M. Parga, Adiós, niña buena, Amazon, 2018.

    La jaula

    Vida contenida en una jaulaNos suele gustar su reflejo en el espejo.
    Pero somos más que eso.
    Más que un soplo de vida
    contenida en una jaula.
    
    Como la tortuga a su caparazón,
    cargamos a cuestas con el tiempo y el espacio.
    Sabemos, acaso, que lo que vemos fuera
    solo existe al observarlo.
    
    Y nos creemos libres,
    porque la jaula se mueve.
    Porque es un vehículo,
    a la vez continente y contenido.
    
    Cuidada o abandonada,
    nos identificamos con ella.
    Con sus contornos, sus sonidos,
    y sus límites precisos.
    
    Apegados a placeres y dolores,
    a olores, colores y sabores,
    a texturas y sensaciones,
    nos sentimos vivos.
    Creemos que somos la jaula.
    
    A través de ella, conocemos el amor.
    Un amor de carne y hueso.
    A veces iluso y confuso,
    otras veces incondicional y verdadero.
    
    Pero cuando la jaula se enferma,
    o se hace muy vieja,
    nos estorba.
    Se convierte en escafandra:
    lenta, rígida, pesada.
    
    Y tal vez entonces veremos
    que al identificarnos con la jaula
    somos unos genios,
    prisioneros de la lámpara.
    
    Y quizás queramos escapar,
    para al fin poder volar,
    expandirnos en la paz,
    sin necesidad de la jaula.
    

    La metáfora de la tortuga que carga a cuestas con el tiempo y el espacio es del Dr. Robert Lanza.