Arteterapia: ¿qué es y cuáles son sus beneficios?

La arteterapia es un método que utiliza las artes plásticas como medio de expresión y comunicación para regular el sistema nervioso, recuperar o mejorar la salud mental y el bienestar emocional y social de las personas.

No es un taller de arte ni de técnicas de pintura ni un espacio de competición. La idea es reconocer y sacar eso que queremos identificar, expresar o mostrar a través del arte. Se trata de jugar, soltar, sorprenderse. Darse permiso y disfrutar el momento presente con los materiales, la inspiración y las compañeras.

Además de las artes plásticas, también hay alternativas de tratamiento como la musicoterapia, la danza-movimiento-terapia, la dramaterapia, la risoterapia.

Beneficios

Entre sus múltiples beneficios, facilita la expresión de emociones, percepciones y sentimientos; mejora la autoestima; reduce el estrés y la ansiedad; potencia la creatividad y la imaginación; fomenta el autoconocimiento y la introspección; favorece el respeto, la empatía y la confianza individual y grupal. Facilita la conexión con la consciencia intuitiva sin la censura de la mente analítica.

Temas

Son tan variados como queramos. Por ejemplo: los espacios de autocuidado, el vacío, el maltrato, el buentrato, la violencia de género, la gratitud, las caretas que nos ponemos, lo fácil que es destruir y lo difícil que es reconstruir, el movimiento, nuestra relación con el cuerpo, lo que nos gusta y disgusta, los eventos significativos de la vida, el caos, las emociones, lo que no decimos, lo que queremos mostrar, nuestras emociones a lo largo de la vida en pantone (propuesta de la arteterapeuta y profesora universitaria Marian López Cao), etc.

El proceso de arteterapia

En cada sesión de arteterapia partimos de un tema, idea o evento para crear una obra tangible y única, cargada de significados, recuerdos, emociones, percepciones de aquello que hemos querido expresar.  Así permitimos que la energía fluya y hacemos visible parte de lo intangible. A veces, reconocemos aspectos de nuestro propio ser a los que no les habíamos prestado suficiente atención.

Con el tiempo y gracias a cada obra podemos observar un hilo conductor, elementos que se repiten y que nos permiten hacer puentes para el autoconocimiento y la comprensión consciente del pasado que aún cargamos en el presente.

Materiales

Durante la exploración es interesante usar materiales distintos y dejarse llevar por las sensaciones que nos produce estar en contacto con diversas texturas y técnicas. Así como por las posibilidades de cada material durante el proceso creativo, que suele ser un acto de atención plena.

Podemos usar materiales como: papeles de variados colores y texturas, revistas, cartones, pegantes, cola, tijeras, tela, hilos, lana, algodón, plumas, palitos, plastilina, pegatinas, arena, piedras, conchas, hojas, botones, acuarela, témpera, acrílico, lápices, crayones, agua, etc.

Interacción

Cada taller es distinto y depende mucho de la persona facilitadora/dinamizadora y del grupo. En los procesos de arteterapia en los que he participado, el taller empieza y se termina como un círculo de mujeres en el que compartimos cómo llegamos, qué traemos al espacio, cómo fue el proceso creativo, qué sentimos o qué se removió dentro durante la creación y cómo nos vamos. Nos sentimos acompañadas.

Acordamos hablar y compartir con respeto, desde la experiencia propia y sin juzgar ni criticar a las demás ni a sus obras. El respeto y el no juicio son básicos en cualquier grupo o círculo de mujeres y permiten que tejamos una red de confianza creciente entre todas.

Es muy enriquecedor y conmovedor compartir con otras mujeres estas experiencias creativas, vitales y de catarsis. Es nutritivo escuchar con el corazón y ver lo que se refleja de cada una en el espejo de la vivencia ajena. En esa escucha atenta, activamos nuestra propia sabiduría y expandimos el amor.

Reímos, lloramos, se nos agua el ojo, nos abrazamos, nos damos ánimos, nos damos permiso para decir o hacer parte de aquello que reprimimos en otros espacios. En general, nos vamos mejor de lo que llegamos, con el corazón lleno de calor humano y con una sonrisa tatuada en la cara.

Durante la actividad, puede haber música escogida con cuidado para reforzar lo que estamos tratando. A veces la música sirve de catalizador y el proceso expresivo fluye; a veces hace ruido. Otras veces invita al movimiento.

En ocasiones el proceso arteterapéutico puede ser removedor. En este caso, nos vamos con una tarea pendiente de trabajo interior, autoconocimiento y autocuidado. Por eso se dice que «la terapia no es la sesión, sino lo que haces contigo después de la sesión».

Agradezco con mucho cariño a Adriana Velásquez, la arteterapeuta con quien he descubierto y practicado la arteterapia durante los últimos siete meses, y quien nos invitó a escribir una carta al yo del pasado sobre esta experiencia.

Collage y uso de tizas, pluma y plastilina.

Carta a mi yo del pasado sobre arteterapia

Te felicito por apuntarte y asistir a los talleres de arteterapia. Empezaste sin saber qué te encontrarías y el proceso ha sido gozoso y muy enriquecedor.

La riqueza, la expansión y el sentido están en lo que compartimos y en las relaciones que se tejen en cada momento de la vida y que nos permiten ir más allá de nuestros propios límites.

Las interacciones arteterapéuticas fomentan la empatía y la confianza ya que requieren escuchar con respeto, sin ego y sin juzgar.  Permiten el autoconocimiento a través de la práctica artística y al poner en común nuestro proceso o lo que hemos querido expresar. Funcionan como un espejo que nos muestra, en otras personas, algunos aspectos propios parecidos o contrarios. Ese “yo también lo he vivido y sé cómo te sientes” o “para nada, yo no soy así, no lo veo de esa forma, sin embargo respeto tu punto de vista” o «no lo había entendido de esa manera y me parece interesante lo que traes a este espacio».

Gracias a la arteterapia, te encuentras a ti misma en otras sonrisas, en otras palabras mágicas, en otros ojos llenos de luz o de lágrimas. En cada sesión, la belleza humana te sorprende y hace vibrar tu corazón como las cuerdas de una guitarra. Y cada vez, sales de allí ligera, liberada, agradecida, con el amor encendido y con ganas de abrazar, de dar, de expandirte, de seguir creando.

Día a día encuentras el sentido y la libertad al permitirte crear sin exigencias, sin necesidad de agradar o gustar a nadie más que a ti. Te entregas feliz al momento presente porque tu niña interior se expresa a través de tus manos. Juegas.

Y si te sientes perdida, ves una luz interior que guía tu camino con una creciente esperanza. También se despliega un abanico asombroso de posibilidades y nuevas oportunidades.Te sientes arropada, apapachada y maravillada con las obras de tus compañeras.

Es un nuevo espacio para disfrutar el gozo de existir que ya conoces y del que tanto hablas.

🧡 🧡 🧡

Y tú, ¿ya has probado la arteterapia? ¿Cuál ha sido tu experiencia?

Con amor,

Nohora

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Una mujer que se ama a sí misma

Una mujer que se ama a sí misma

Mujer: somos la esperanza. Óleo. N.M. Parga

Nos hemos desvalorado con patrones de pensamiento heredados.

Nos han dicho que somos el sexo débil. Miden nuestra belleza en colores, kilos y tallas. Han dudado de nuestras habilidades intelectuales.

Nos han impedido el derecho al voto y el acceso a la educación. Nos es casi imposible llegar a puestos de poder. Nos pagan menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo.

Nos acosan. Nos violan. Nos matan. Las leyes no nos protegen lo suficiente. Incluso durante una época se nos consideró seres asexuados, relegados a la satisfacción del macho y a la reproducción.

Y todavía la ablación es una práctica común en más de 32 países. Al año, tres millones de niñas sufren esta tortura. Lo peor, es que la realizan mujeres.

¿Por qué? ¿Para qué?

La potente sexualidad femenina

Algunas personas piensan que nos reprimen más a nosotras porque nuestra sexualidad es más amplia y potente.

Nosotras, a diferencia de los hombres, tenemos clítoris cuya única función conocida es la de proporcionar placer sexual. Nosotras no tenemos período refractario durante el sexo y podemos tener múltiples orgasmos sin perder energía.

Nosotras somos vehículo de vida porque gestamos a nuestros hijos y creamos proyectos vitales. Nosotras nutrimos el cuerpo y el alma. Amamantamos, primero. Alimentamos, después. ¡Hasta nuestra sangre menstrual es fertilizante!

Nosotras tenemos más inteligencia y fortaleza emocional. Nosotras ofrecemos nuevos puntos de vista para el desarrollo de la ciencia y las humanidades, como lo demuestra una larga lista de mujeres ejemplares. Y eso es muy valioso.

Somos valiosas. Deberíamos estar orgullosas de decir: «Soy una mujer, en un cuerpo de mujer y me encanta serlo».

Además, si mujeres equilibradas gobernaran no habría guerras. ¿Qué madre enviaría a la muerte, a la tortura y al sufrimiento en vano a un hijo propio o ajeno? ¿Qué mujer utilizaría el cuerpo de otra mujer como arma de guerra? *

Nosotras preferimos la colaboración a la competición. No tenemos que estar demostrando nuestra fuerza física, ni nuestro poder. Preferimos mostrar nuestras habilidades.

Pero nos educan y nos moldean para que seamos obedientes, para que traguemos entero y no intentemos salirnos de la norma. Nos educan para que nos creamos lineales olvidando que somos cíclicas. Y, ¿quién impone esas normas? Una minoría masculina que traza los parámetros para la mayoría. Hombres y mujeres.

Y aquí quiero recalcar que los hombres que aman a las mujeres (sean madres, hermanas, amantes, amigas, colegas…) están a favor de nosotras. No todos los hombres son depredadores, violadores, abusivos, etc.

Dejar de enfrentarnos es un paso necesario para recuperar nuestro poder en tanto que seres humanos. Somos complementarios y en este mundo dual todos tenemos polaridades femenina y masculina, por eso mi propuesta es el equilibrio, la armonía de la energía.

Cuidar los derechos de las mujeres no significa reducir los derechos de los hombres. Podemos vivir en equilibrio, equidad y paz.

Además de enfrentarnos nos reprimen o mejor dicho: nos enfrentamos y nos reprimimos. Y la represión disminuye el valor natural y vital que tiene la sexualidad. Reprimir la sexualidad es una forma de quitarnos poder. Es una herramienta de manipulación y de desvalorización.

La sexualidad es mucho más que el sexo y el sexo es mucho más que el coito. La sexualidad es tu propio modo de vivir el hecho de ser mujer/hombre/transexual, etc., tu manera de situarte en el mundo, mostrándote tal y como eres.

¿Te muestras tal y como eres?

Adiós, niña buenaEmpoderarse significa ponerse en valor e influir en el mundo. «El poder personal es la capacidad que tenemos como mujeres de ser capaces de crear la vida que anhelamos, a través de una elección consciente de aquello que deseamos experimentar».

Para conectar con nuestro poder personal hemos de liberarnos de miedos, mitos y culpas. Y eso es lo que hace Sara, la protagonista de Adiós, niña buena.

Sara decide deshacerse de límites, prejuicios y creencias. Decide aceptar su cuerpo y darse permiso para gozar. Decide expresarse con libertad y pedir lo que quiere. En el camino, aprende a conocerse mejor y a amarse a sí misma.

Paso a paso, Sara reflexiona sobre las relaciones de pareja, el matrimonio, la monogamia, la infidelidad y el poliamor para llegar a un nuevo equilibrio. Sara explora, entre otros temas, el masaje tántrico, los círculos de mujeres, el tantra, la terapia sexual de pareja, el cibersexo y los juegos de rol. Y lo hace desde la mirada curiosa de su niña interior.

Sara aprende que es necesario ser dueña y protagonista de su propio placer, de su vida. Es decir, ser responsable de su sexualidad. Empezar por ella. Ser su mejor amante. Eso implica conocer el propio cuerpo, los deseos, fantasías, necesidades, bloqueos y límites.

Y por supuesto, comete errores que son parte del aprendizaje, y vive experiencias placenteras y dolorosas que llaman su atención sobre la importancia de amarse a sí misma.

Una mujer que se ama a sí misma

Una mujer que se ama a sí misma, conoce sus límites, se respeta y se hace respetar. Se pone en valor y se compromete consigo misma. No acepta que la usen, humillen o maltraten. Se cuida. Se aprecia. Se acepta. Se da permiso para gozar. Toma decisiones y aprende de sus errores. Se hace visible. Se informa. Se forma. Crece en sabiduría. Cree en ella misma.

¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información? — T.S. Elliot.

Una mujer que se ama a sí misma sabe que no es una media naranja sino un ser completo y decide compartir o no su tiempo con otras personas llámense marido, pareja, hijos, amigos, padres, conocidos, compañeros de trabajo, etc. Una mujer que se ama a sí misma aprende del conflicto y se aleja de las personas y situaciones que le hacen daño cuando no las puede cambiar.

Una mujer que se ama a sí misma, en una sociedad de represión moderada como la nuestra, recupera el poder que ha ido cediendo en otras personas e instituciones. Recupera la confianza en sus propias capacidades, decisiones y acciones. Se responsabiliza de los propios éxitos y de los errores necesarios para el crecimiento y el aprendizaje. Aprende a gestionar sus finanzas lo que le da independencia.

Una mujer que se ama a sí misma se expresa con libertad, sin importar el qué dirán, y participa en el cambio social.

No podemos modificar lo que ya ha sucedido. Aunque sí podemos escoger la propia actitud ante cualquier circunstancia. **

Una actitud responsable, no guerrera. Luchar no es reivindicar. Creo que la lucha está sobrevalorada***. Nos enfrenta. Nos debilita. No es la solución. Hace parte del sistema jerárquico patriarcal, del divide y vencerás, del discurso bélico. Hace que pierdas el foco y que uses tu energía en atacar no en crear.

Lo que sí funciona es tejer redes de solidaridad y sororidad. Compartir los aprendizajes y hacer eco. Transformar desde la creatividad, la colaboración y la educación. Hacer valer los derechos adquiridos.

Se trata de recuperar nuestro propio poder, nuestra confianza e influir en el cambio de perspectiva a pequeña y gran escala desde hoy.

Dentro de ti tienes un reloj biológico que late y vibra para que veas lo esencial y practiques todo lo que significa ser una persona que —de verdad— se ama y se valora a sí misma.

Estas son algunas ideas. Me encantaría que compartieras en los comentarios otras formas de empoderamiento y amor propio. ¡Gracias!

Referencias

Parga, N.M. «Adiós, niña buena», Amazon, 2018.

Ruiz Ruiz, Isabel, «Mujeres». Colección de libros ilustrados.

Notas

* Se calcula que un 1-2% de la población es psicópata, de la cual el 50% son mujeres.

** Parafraseando a Viktor Frankl.

*** Creo que las palabras «luchar y lucha» podrían cambiarse por otros verbos y sustantivos más apropiados y enriquecedores. Las palabras que utilizamos son importantes y definen nuestra cosmovisión.

Me amo, me cuido, todo tiene sentido

¿Qué significa amarme mí misma?
Me amo, me cuido cuando me escucho.
Conecto con mi cuerpo y sus mensajes.
En las entrañas, mi instinto y sus cantares.
El corazón que salta, vibra y late.
Mi garganta que a veces calla,
y a veces canta lo que siento.
Pide aquello que necesito.

me amo y me cuidoEs amor
estar con quien quiero,
allí, en donde puedo ser más
y hacer menos.

Me amo, me cuido, me lo merezco.
Doy, comparto, respeto.
También disfruto recibir.
Me sienta bien descansar,
dejarme mimar, que me traten bien.
¡Basta ya de complacer!

Me amo cuando establezco límites para la convivencia.
Sin dominar, sin dejarme pisar.
Me amo cuando digo: «Ahora no» y «basta ya».
Sé hasta dónde puedo llegar y cuánto puedo dar.
Porque si me extralimito, me enfermo.
Por eso, conozco mis ritmos, mis ciclos y los respeto.

Como toda persona, soy digna de amor.
Me arreglo, me miro, me gusto.
Me relajo, sin tensar el cómo.
Me regalo un paseo por la playa,
un café con mis amigas,
la lectura de un libro,
un rato a solas conmigo.

Me acepto tal y como soy.
Sin exigencias, sin condiciones, sin castigos.
Soy amable y paciente conmigo.
Soy un ser completo, una semilla de posibilidades.
Y me lo creo.
Así recreo una mejor versión de mí misma.

En cualquier circunstancia, estoy en el lugar y momento preciso.
Manejo mi espacio personal y mi tiempo.
Asumo las consecuencias de mis actos.
Y cuido con cariño mis heridas.

Hago los cambios necesarios para que mi vida me guste.
Sin forzar situaciones o personas.
Voy más allá de mis miedos.
De lo más banal, a lo más trascendente,
cuando me amo, me cuido, todo tiene sentido.